Que no nos importe tanto la muerte y sí lo que
tenemos que hacer en la vida.
Aunque, si no se sabe lo que somos ni por qué
estamos aquí eso resultará difícil.
Esta no es “nuestra” vida, la nuestra, la de verdad
es eterna y sin límites.
Como Vida que sí somos vivimos a través de
existencias, infinitas.
Pero si estamos dormidos, como nos pasa a la gran
mayoría,
Creemos que cada existencia es la única y con
definitivo final: nuestra muerte.
Eso simplemente es, con todo rigor, Mentira. Venimos
desde el fondo de la Eternidad,
Sin salir de ella, como almas vamos viviendo
realidades, encarnación tras encarnación,
Así es como nos vamos desarrollando y reconociendo
desde/en el dios/diosa que somos.
La muerte, pues, no es el problema, sólo es una mera
circunstancia, una formalidad,
O si se quiere un mecanismo para cambiar de etapa y
poder avanzar.
No se trata tanto, pues, de aferrarnos a “esta vida”
sino de vivir en ella lo que nos toca,
Eso, gracias a lo cual amaremos más, seremos más
conscientes y más realizados.
Con la muerte hay que contar como algo natural, como
lo que es: un mero trámite
Que sólo indica el final de un trabajo, de unos
compromisos que teníamos que cumplir.
Después, lo que cuenta de verdad es el regreso a
Casa. ¡Que ilusión!, habría que pensar.
¿Y por qué no verlo ya así? Tenemos que cambiar de
idea sobre lo que es nuestra vida.
Esto de aquí no es lo más importante, sí, en cambio,
lo que con ello hagamos.
Dificultades, problemas de cualquier clase, grado y
condición, pero también cualidades,
Bienes, beneficios y ventajas son, todo,
oportunidades
Para afirmarnos en, descubrir y realizar aquello que
nos motivó a nacer, lo que somos.
Sólo eso debiera de contar, sin que miedos,
emociones ni apegos nos arrastren,
Ni tampoco, desde luego, el fenómeno de la llamada
muerte.
A más comprensión y conocimiento de lo que somos y
de lo que es la vida
Menos nos importará la muerte y con más indiferencia
la miraremos.
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