Siento que hay en el fondo de cada ser un infinito
de amor, verdad, creatividad y belleza
Que va empujando para salir igual que lo hacen en
las ramas sus respectivos brotes.
Si no ponemos nuestra atención cuando van asomando
sus frutos
Nos podemos perder en un mar de inconsciencia y de
no conocimiento.
Al escribir, me voy encontrando conmigo mismo a
mayor o menor profundidad.
Esta actividad la comparo también a la que ejercen
las matronas,
Estas ayudan a que nazcan niños, yo a sacar lo esencial
que de la Realidad percibo.
Persigo, con la máxima atención e interés de que soy
capaz ahondar en mí mismo,
Siempre con la finalidad de ir más allá de lo que por
ser visto y objetivable no soy.
Voy, confiado y sabedor de que ese es el Camino para
llegar al Corazón de Lo Que Es,
Lo que de verdad me importa y que es el centro final
de toda búsqueda.
Me fascina saber, intuir y pensar que todo es sostenido
desde dentro de sí mismo
Por el Puro Ser, que no siendo algo, en cambio está
presente en todo y todo lo es.
Esa paradoja, según la cual el todo y la parte no
son diferentes me apasiona,
Así como experimentar su resonancia en mí y pasarlo
luego por escrito me encanta.
Busco aquello que me permita experimentar la
verdadera libertad,
Lo que me haga trascender toda limitación, caducidad
y muerte. Y de eso escribo.
Soy tan sólo un pequeño buscador. Azorín decía de él
que era un pequeño filósofo.
La pequeñez hace referencia a los instrumentos, técnicas y
recursos de que disponemos,
Pero afortunadamente Lo Que Es, lo divino más pronto
o más tarde nos sale al paso,
¿Cómo?: desde el interior de nosotros que
es idéntico al interior de fuera.
Esa expansión de Lo Real como conciencia que yo soy
es la que me ilumina y ansío.
Escribo como quien medita, entonces me doy cuenta de
que, yo, no he hecho nada.
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