martes, 21 de agosto de 2018

Yo y los otros. Yo, en los demás.


Todo lo que hago a los demás me lo hago a mí. Vivo y experimento lo que doy.
Todos los juicios que hago a los otros son los juicios a lo que rechazo de mí.
Así como veo al mundo me veo a mí. Su dolor y su sufrimiento son los míos.
No hay nada que vea que no sea yo. Soy yo siempre en los otros mostrándoseme.
Si quiero transformar mis relaciones con los demás, para que sean gozosas y alegres,
Antes, tengo que lograr que ese sea el modo de sentirme y vivirme a mismo.
Lo odios, rencores, desamor, autorrechazos y toda clase de negatividades
Tienen que ser  sanadas previamente en mí si no quiero proyectarlas sobre los otros.
Cuanto más ame a todos los seres más me estaré amando a mí, y viceversa.
Si me quejo o lamento del mundo es de mí de quien me estoy quejando y lamentando.
Cada encuentro que tengo con alguien, así como todos aquellos a quienes veo
Vienen a mostrarme el estado de mi realidad para que la sane e integre en lo que yo soy.
Todo y todos son mis maestros, espejos que me muestran lo que no veo de mí.

Lo que parece ser la causa externa de sufrimiento viene a señalarnos nuestro error.
El sufrimiento nos lo infringimos a nosotros mismos, nace de dentro, no viene de fuera.
Si me acepto y me amo incondicionalmente, eso es lo que daré a los demás.
Las condiciones que yo pongo a los otros para amarlos son las que me pongo a mí.
Existe una simetría perfecta entre lo que me hago y lo que hago al mundo.
No es posible amarse a uno de verdad sin amar de igual modo a los demás,
Y si no es así, es que vivo confundido  llamando amor a lo que es interés condicionado.
Lo que yo soy sólo puede dar amor incondicional, si no, estoy dando lo que no soy.
Si lo que vivo en mí es sufrimiento es porque vivo en y desde lo que no soy.
La solución para liberarme de mi sufrimiento y ayudar a liberar el de los demás
Es que regresemos a nuestro ser original. Ese es el principio real de toda liberación.

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