Hace falta estar desnudos para encontrarse con Dios,
Carecer de agarraderos y notar la indefensión que
eso supone para experimentarlo.
Como necesario es soltar el ego y todas sus formas
para vivirlo. Eso es rendirse a Él.
Cuando ves que ya nada te sirve, en la soledad más
profunda, entonces aparece Dios,
Desde tu interior mismo, en y desde tu ser, sin
pensamientos.
Amor, acogimiento, protección, seguridad, luz, poder,
infinitud…
Todo eso es, experimentándose desde el corazón,
donde lo real se vive.
El Dios del corazón es universal, cósmico y a la vez
humano, de todo y en todos.
Está presente y te acompaña siempre porque es lo que
te hace ser, lo que eres.
No se opone a nada pues es anterior a los contrarios
y a las dualidades,
Aunque si lo vives y estés donde estés, sólo puedes sentir
y expresar amor,
Porque Amor es su esencia. Reencontrarse con el Amor
y con Dios es lo mismo.
No importa la religión que practiques, que no estés
en ninguna o lo que seas.
Experimentar a Dios significa dejar de lado la
autosuficiencia,
Esa que como ego vanamente quiso tener la llave de la
felicidad.
Sólo cuando el ego queda descabezado y destronado
emerge Dios, en tu corazón.
Si bien, no se fue nunca de allí, porque eso es lo
que siempre fuiste, lo que eres.
Hace falta que uno deponga sus armas de vanidad y
orgullo
Y experimentar la debilidad que eso comporta para experimentar
a Dios,
Pues es justo desde el centro de la indefensión desde
donde de verdad se le busca
Y en donde Él aparece. Eso significa vaciarse, estar
desnudo y sin apoyos
Ni del cuerpo, ni de la mente o los pensamientos. Dios
no pone condición alguna.
Sé tu mismo y allí está Dios. Aléjate de ti, de tu
ser y Dios desaparece.
Tú eres la forma única y especial en que, como tú,
quiere ser y expresarse Dios.
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