Si me identifico en lo que creo ser pero que no soy, el sufrimiento está garantizado.
Si creo ser este cuerpo, esta historia y estas
circunstancias, ese será mi acompañante.
Pero este cuerpo, esta historia y estas
circunstancias son como volutas de humo,
Una ilusión que dura lo que dura el sueño de una
noche y que se suelta al despertar.
Yo no soy el sueño, nadie es su sueño. Yo y todos
somos el ser real y presente
Que juega con todos sus sueños el juego del
crecimiento y de la evolución.
Estamos jugando, hemos venido a jugar y esta vida
nos da el escenario para ello.
El error, consiste en creer que esta vida y este
escenario son nuestra realidad.
Tenemos que recordar nuestro origen y procedencia. Venimos
de una vida despierta,
De un mundo en donde la conciencia de ser no está
sujeta a ninguna limitación
Que no sea el desarrollo alcanzado por la misma
conciencia:
Amor pleno, gozo perfecto, sabiduría sin manchas,
vida plena; esa es nuestra condición,
Ese es el estado natural de nuestro ser. Venimos sólo
a crecer, en eso.
Más amor, más felicidad, más sabiduría, más energía,
poder y creatividad, a ello vamos.
Pero aquí, al encarnar, olvidamos lo que somos y
nuestra aspiración,
Entonces nos confundimos con las circunstancias, o
sea, con lo que no somos.
Y condenamos, culpabilizamos o nos sentimos
culpables; esos son nuestros errores.
Todo es un juego, nadie es culpable de nada, todos
somos actores. No cabe la condena.
Hay que despertar de esta farsa, y después
divertirnos creciendo con ella.
Ni el sufrimiento tiene justificación real, ni la
muerte es lo que parece.
Esto es un carnaval, una farsa, una ilusión tras la
cual se esconde nuestro ser real.
Ningún dolor, ningún sufrimiento afecta para nada a
nuestra identidad inmortal.
Lo que somos, al abrir los ojos del alma se regocija
con todos los otros seres
Que forman nuestro mundo espiritual. Pasamos de la
pesadilla a la Vida Real.
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