¿Sabes quién eres?, ¿y sabes, que lo que tú eres es
lo que son los otros?
Según lo que tú creas de ti, así verás y tratarás a
los demás,
Por eso es tan importante que te conozcas. Pero ¿qué
sabemos de nosotros?
Tenemos muchas ideas sobre lo que creemos ser que
parten de nuestro cuerpo.
Nos miramos al espejo y estamos convencidos de ser
lo que vemos.
A ello sumamos lo que nos han dicho que somos
Y lo que a través de muchas experiencias hemos
percibido de nosotros.
También, para adaptarnos, ser reconocidos y recibir
aprobación o afecto
Hemos construido nuestra personalidad y carácter. Y hemos
creído ser ellos.
Y ya está: con todo ese bagaje decimos de nosotros
que somos un “yo”.
Yo esto, yo lo otro, yo, yo…Aunque, ¿de verdad somos
ese yo? No está claro.
Porque, si repasamos cómo se formó pronto comprobaremos
Que ha sido la consecuencia de una suma de ideas y de
pensamientos, de agregados.
¿Somos acaso esas ideas y pensamientos?: Feo, guapo,
inteligente, torpe….
Evidentemente que no. Nuestro verdadero yo es
nuestro ser, que es algo real.
Si vamos apartando una a una aquellas capas de ideas
sobre nosotros mismos,
También la de ser un cuerpo, silenciando nuestra
mente y nuestros sentidos,
Veremos aparecer e iremos experimentando nuestro
estado natural de ser.
Pero esto hay que hacerlo, vivirlo, de lo contrario
será otra idea más.
¿Y qué es lo que hallamos? Un mundo interior de paz,
de puro gozo, de luz.
Libres de todo ropaje, máscara y personaje surge el
ser que somos.
Curiosamente, entonces, cambia radicalmente la visión
que teníamos de nosotros,
Pero no sólo la nuestra, también la de los demás. Somos
focos de paz, energía y amor.
Consecuencia: se caen las fronteras que nos
separaban como egos, y nos reconocemos
Unos hermanos de otros, expresiones de La Unidad,
Hijos de Dios. El otro como yo.
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