Es locura muy grande hablar de progreso si se ignora
nuestro origen y sentido.
Eso es algo así como dar palos de ciego cuando sólo
lo práctico y lo inmediato nos guía.
Por eso, el progreso, importante en cada campo, no
pasa de ser superficial, externo,
Ya que no soluciona los problemas esenciales del ser
humano. Los esquiva o disfraza.
Como el porqué del sufrimiento o la muerte. Tampoco
da sentido a nuestras vidas.
Es espectacular que todo lo orientemos hacia lo que
más cambia y más inconsistente es,
Mientras que no nos damos cuenta de que eso está sostenido
y nutrido por lo esencial:
Un fondo de conciencia, siempre presente, llamado el
Uno, Dios o como queramos.
No ver que no nos damos cuenta de lo fundamental, además
de ceguera es estulticia.
Y, asumir que lo real es este mundo donde todo está
separado y fracturado,
O que la felicidad consiste en esperarla, creyendo que
el próximo logro nos la va a dar,
Eso es estar más miopes todavía. O sea, funcionar y
vivir en la pura inconsciencia.
Porque: ¿no es inconsciencia vivir arrastrados en
exclusiva por la mente y los sentidos?
Lo es. Aunque eso, para algunos, es sabiduría. Y se
lo creen.
¿Cómo puede ser sabiduría negar la Realidad Una en
la que todo se integra y todo es?
Somos esa Realidad ahora presente. La Totalidad rozándonos
en este instante.
A eso es a lo que yo le llamo Dios, se nota el roce
de Dios. He ahí la Fuente de Todo.
Conociéndola, sintiendo cómo nos nutre es cuando
podemos ver su dirección y sentido.
Esta sí es la base de la evolución. Desarrollo y más
que eso de nuestro ser integral.
Conectados con el Origen, unidos a la Fuente, sabiéndonos
su fluir y su empuje,
Sólo entonces empezaremos a vislumbrar y a saber lo
que es el verdadero progreso.
Progreso es vivir en lo que somos, no en una fantasía
sobre lo que creemos ser.
Somos una unidad, interpretando una polifonía. Título:
“Dios desplegándose”.
Instrumentos: cuerpo, mente y corazón; integrados
por nuestro espíritu inmortal.
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