Nació
en Calcuta en 1893, a los siete años fue enviado a Inglaterra donde profundizó
en el conocimiento de la cultura de Occidente. Llegó a dominar las lenguas
griega, latina, inglesa, francesa y alemana y fue un renombrado comentarista de
los clásicos hindúes. Fundó un ashram en Pondicherry junto con Madre; en 1962
se retira para acelerar en su cuerpo la manifestación supramental. Una de sus
más importantes obras es “La Vida Divina”, otra es “Savitri”, todas de un nivel
intelectual y espiritual incomparable. Aurobindo es una de las cumbres más
altas del pensamiento filosófico, así como del adentramiento y experimentación
de la realidad espiritual, penetró como pocos en los planos superiores, a la
vez que ha señalado los pasos a seguir hasta desarrollar una nueva humanidad
basada en los principios de la vida supramental.
De
su libro “Renacimiento y karma”, editado por Plaza y Janés hemos entresacado
(pags. 253 y stes.) los siguientes párrafos que nos ilustran sobre lo que
ocurre realmente cuando “morimos” y en los pasos posteriores:
“En
el momento de la muerte, el ser…sale en su cuerpo sutil y va a diversos planos
de existencia en los que permanece…hasta haber pasado por ciertas experiencias…
resultado de su existencia terrestre…Los recuerdos sólo se mantienen por un
tiempo, no hasta el renacimiento…las mismas personas a menudo se vuelven a
encontrar una y otra vez en la tierra en vidas diferentes, pero sus relaciones
son distintas…es posible entrar en contacto directo con los difuntos…Hay
después de la muerte, un período en el que se pasa por el mundo vital y se vive
allí durante un cierto tiempo…se agotan…los deseos y los instintos vitales que
se tuvieron en el cuerpo. Tan pronto como uno descansa de estos…pasa a un
estado de reposo… hasta el momento de asumir una nueva vida en la tierra…
A
algunas personas les puede suceder que…no se den cuenta de que han muerto…el
ser, antes de partir de este mundo físico en su cuerpo vital, permanece
indeciso durante algún tiempo, que a veces puede llegar a ocho días, cerca del
cuerpo o de los lugares en donde ha vivido…hasta un período máximo de tres
años….El pesar y el duelo que rodea a los muertos obstaculiza su progreso…El
cielo y el infierno son, a menudo, estados imaginarios del alma…
…Algunos
seres psíquicos entran en relación con el medio en que nacerán y con los padres
desde el momento de la concepción y determinan la personalidad y su futuro en
el embrión; otros no se unen hasta el momento del alumbramiento; otros incluso
en un momento más avanzado de la vida, y, en estos casos, es una emanación del
ser psíquico lo que mantiene la vida…las circunstancias del nacimiento futuro
se determinan fundamentalmente en el momento de la muerte…lo que va a realizar
en la próxima vida y…el carácter y circunstancias de la nueva personalidad.
El
alma nace para tener experiencias, para crecer y evolucionar hasta que esté en
condiciones de hacer que el Divino se manifieste en la Materia. Es el ser
central el que se encarna, no la personalidad exterior… En otro nacimiento creará
para sí una personalidad diferente…Las energías serán orientadas en una nueva
dirección para hacer lo que anteriormente no se hizo. El ser psíquico conserva
la esencia de las experiencias pasadas,…Se puede tener una facultad de
expresión poética en una vida, pero ninguna en absoluto, ni ningún interés por
la poesía en la siguiente. Por otra parte, tendencias reprimidas, o frustradas,
o imperfectamente desarrolladas en una vida pueden hacer su aparición en la
siguiente…No se muere, tan sólo se parte”.
La mejor manera de comprender lo
que para Aurobindo representa la
muerte es encuadrarla dentro de lo que para él es la Vida, única realidad
existente. Todo es expresión de un doble movimiento que se produce desde la
Conciencia Divina, primero en lo que sería propiamente una involución, por la cual el potencial de energía, sabiduría, amor y
conciencia que es la expresión de Lo Real o Dios voluntariamente queda
reducido, anonadado se podría decir, hasta extremos muy ínfimos de existencia
en los reinos más bajos y elementales de la manifestación material, en niveles
en los que la conciencia es prácticamente nula e inimaginable, a pesar de que
esté también allí presente. Y desde ahí, a continuación, se inicia un segundo
movimiento que ya es evolutivo, por
el cual de manera ascendente y progresiva a lo largo de las formas y niveles
que van de la materia, luego la vida, después desde ella y en ella la mente,
hasta la aparición de la conciencia autorreflexiva en el ser humano se va
recuperando el Origen, olvidado, desde el que se partió.
Y esto, que explícitamente lo realizamos nosotros, se
convierte en el sentido y propósito de nuestras existencias, hasta llegar a despertar
a nuestra identidad real como seres divinos. Pero no para ahí la cosa en Aurobindo, sino que se trata de
proseguir después hacia niveles nuevos de existencia hasta superar la misma
expresión de la humanidad como la conocemos y dar así un salto evolutivo nuevo
en nuestra especie para convertirnos en seres divinos, dioses en la Tierra. En
todo este contexto, la llamada muerte no es nada relevante, sólo una puerta
hacia un nuevo plano desde donde preparar nuestra siguiente encarnación y poder
así continuar en cada uno y como especie el plan que hemos señalado. Y todo ello,
en una vida sin fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario