viernes, 17 de febrero de 2017

BLAY: MORIR ES VOLVER A LO QUE SOY

Antonio Blay Foncuberta, Investigador de la naturaleza humana y del desarrollo de su potencial interior. Intendente Mercantil por la escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, Diplomado en psicología y psicotecnia por la Universidad de Madrid y Miembro de la Sociedad Española de Psicologia. Precursor, como pocos, en nuestro país de la psicología transpersonal, durante más de veinte años escribió e impartió cursos y seminarios de Psicología de la Autorrealización en distintos lugares de España. Por muchos de sus seguidores y alumnos es considerado un verdadero Maestro espiritual que aún años después de que nos dejase continúa ejerciendo a través de sus libros un profundo y eficaz magisterio. Dejó su cuerpo físico en Agosto de 1985 a los 61 años de edad, en plena actividad docente. Ofrecemos unos extractos sobre lo que sucede en la mal llamada muerte tal y como él lo veía, no intelectualmente sino como resultado de su propia experimentación. Estos extractos proceden de su imprescindible libro “Ser, Curso de psicología de la autorrealización” y del libro-recopilación “Palabras de un maestro”; ambos de la editorial Índigo.

“Todo lo que yo digo es una expresión directa de experiencia… No existe la muerte. Solo existe la Vida a través de sus transformaciones. La muerte no es más que el fenómeno de que todo el proceso de vida …es cíclico…en el ser humano se produce en pequeños ciclos a los que llamamos sueño y a un ciclo un poco mayor le llamamos muerte…, o sea que la muerte es parte de la vida en su manifestación. Para algunos la muerte puede ser un momento de iluminación real, para otros simplemente es como una cosa nueva que les sorprende pero que no asimilan porque no están preparados para ello. Depende de la preparación, de la posibilidad de la persona…Cuando lloro por la muerte de otro es por mí que estoy llorando…

            El trabajo de Realización no es más que aprender a ver mi morir de los contenidos mentales, del yo idea, del cuerpo,…Se teme a la muerte por la identificación total con el cuerpo. El miedo “natural” a la muerte, se refiere  a la muerte prematura, a una enfermedad dolorosa, etc. Pero cuando es el tiempo, cuando uno ha cumplido su jornada, se va tranquilamente a  dormir…

La existencia dentro del cuerpo es como una especie de limitación en que uno está viviendo de una manera muy parcial y muy limitada la plenitud que uno es de realidad y de felicidad y de inteligencia. Es como si uno se metiera en uno de esos trajes que llevan los astronautas, tan gruesos y tan pesados que les impiden los movimientos. Pues esto es lo mismo pero en lo físico, en lo afectivo y en lo mental…El cuerpo astral y la supervivencia son cosas para ser vividas, no para ser creídas. En las cosas del espíritu, cada uno debe hacer su propia investigación; no vale creer porque lo dice fulano, o tal institución, o la tradición.

                        Cuando… tu cuerpo esté muriendo, entonces verás cómo se tiene un impresión muy clara de que esto no me está pasando a mi y de que yo soy el testigo de eso que está pasando…Conduce a un despertar profundo de uno mismo…Lo mejor que le puede pasar a un moribundo es que se de cuenta de que va a dejar el cuerpo, que viva muy conscientemente esa situación…La vida es un proceso de expresión Gozosa de lo que Realmente Somos. La muerte no me quita nada, porque morir es “volver” a lo que Soy…El gran error es confundir la vida con las formas de vida. La reencarnación se hace de un modo inevitable en virtud de las identificaciones que hay dentro…La elección viene hecha inevitablemente por las atracciones o repulsiones que hay todavía dentro,.. Es lo mismo que ocurre en la vida actual.

            Pero, como Blay dice, lo mejor es que, ahora, nosotros miremos dentro y hagamos nuestra propia autoindagación. Pues sólo así nacerán las certezas que buscamos, lo cual es lógico que sea así ya que con el autodescubrimiento de que nosotros no somos ni nuestra imagen exterior, ni ninguna de las ideas que nos hayamos formado sobre nosotros, tampoco ninguno de nuestros ideales, ni personaje alguno de los muchos que en la vida interpretamos, ni por supuesto este amasijo de carne, hueso, órganos, agua y minerales que configuran nuestro cuerpo, lo que sale a la luz y se autoevidencia es nuestra propia conciencia de ser y como seres inmortales, no sujetos a ningún cambio, transitoriedad, caducidad o muerte de los que afectan continuamente al mundo del ego, de la materia y de la forma.





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