El hombre o la mujer sensatos ante
la afirmación de que eres o de que soy Dios se escandalizan o dicen que se
trata de una metáfora, tal vez de una hipérbole y en el peor de los casos
piensan de quien la dice que perdió la cordura. Pero nuestro ser, que es
silencio y calla, sonríe, porque simplemente no ha de demostrar nada allá donde
lo Real se expone a sí mismo y es lo que habla.
La poesía no es un lenguaje más o
menos bello y ya está, no es un modo sólo de expresar que gastan personas de cierta
sensibilidad. Los racionalistas pueden creer eso, pero la verdad es otra. Dios
se asoma por nuestros ojos, no existen para él otras ventanas por donde mirar, ¿podrías, acaso, decir de ti que tú no miras también por los mismos
ojos cuando es Dios quien está mirando?
Tú eres Dios como tú,
Decía el gran sabio Muktananda;
Un modo de ser de Dios, eso eres, eso soy.
Dios en mí, Dios en ti, Dios en cada ser,
Por eso eres, por eso soy, por eso todo es.
Lo divino en mí me da existencia,
Él es mi esencia, mi verdadero ser,
Él es la Fuente de la que emana
El único néctar capaz de llenar y saciar
Mi sed de Vida, de Plenitud, de Inmortalidad.
Si me abro a Eso soy todo Sentido,
Alegría, paz y gozo, comprensión y sabiduría,
Todo cuanto necesito allí está,
Todo cuanto soy, lo que seré y a lo que aspiro.
Como lluvia fina desciende sobre mí y la Tierra entera
Como luz blanca en primavera, oro puro fundido
¡Qué mejor tesoro que su dulce calor, su energía
Fuerza, Presencia, y paz infinita!
Verdadero refugio, mi casa, es mi riqueza y mi todo,
Sin Eso todo es vacío, soledad, tristeza, temor y muerte.
Allí, me encuentro,
En Eso, Soy Yo
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