lunes, 20 de febrero de 2017

OSHO: LA MUERTE ES IMPOSIBLE

Osho es el nombre que adoptó Bhagwan Shree Raneesh. Nació en Kuchwada, al norte de la India, en 1931. Pensador, sabio y maestro indio, perteneció a una familia de condición humilde que profesaba la religión jainí, estudió filosofía en la Universidad de Sagar y durante nueve años dio clases también de filosofía en la universidad de Jabalpur, durante los cuales viajó por toda la India dando conferencias y cuestionando a los religiosos más ortodoxos en debates públicos. A los veintiún años alcanzó la iluminación. La contundencia y radicalidad con que afirmaba y defendía sus principios le granjearon no sólo una gran cantidad de seguidores y admiradores sino también de adversarios e incluso enemigos. Residió en Estados Unidos entre 1981 y 1985, año en que fue expulsado de este país. En su obra hay influencias de Freud, Buda, Confucio, Gurdieff y Tagore, y está reunida en 650 volúmenes que han sido traducidos a treinta idiomas. Tal es la repercusión que su pensamiento ha tenido y tiene en nuestro mundo que el Sunday Times le ha considerado “uno de los mil artífices del siglo veinte. Dejó su cuerpo en 1990. Precisamente de su volumen “El libro de la vida y la muerte” hemos tomado las siguientes palabras:

“Has nacido, pero a menos que renazcas en tu ser, no estás vivo, nunca vives…Nacer es necesario, pero no suficiente…Es muy raro cruzarse con una persona viva: Un Buda, un Jesús, un Kabir…están vivos…quienes están vivos nunca hacen la pregunta: ”hay vida después de la muerte”…Una vez que sabes qué es la vida, la muere no existe…No has tocado la vida, y por ello existe el miedo a la muerte…La muerte no puede existir en la naturaleza de las cosas…pero esto no puede comprenderse teóricamente, hay que alcanzar esta experiencia existencialmente…

Quien conoce la la vida sabe que la muerte es otro nacimiento, y nada más. La muerte es otro nacimiento; una nueva puerta se abre. La muerte es el otro lado de la misma puerta que llamas nacer: de un lado la puerta se llama morir, del otro nacer…aunque esto no significa gran cosa para ti a menos que sepas qué es la vida..Nacéis, pero no acabáis de hacerlo. Por eso es necesario un renacimiento; debéis nacer dos veces. El primer nacimiento es únicamente el nacimiento físico, y el segundo es el auténtico: el nacimiento espiritual. Debeis llegar a conoceros, a saber quiénes sois. Debéis haceros la siguiente pregunta:¿Quién soy yo? ¿Y por qué no indagar enla propia vida mientras ésta está presente?...

La muerte no es más que un descanso…un tremendo descanso, un descanso necesario. Tras toda una vida de esfuerzos y cansancio, uno necesita un gran descanso. La muerte es regresar al origen, como en un sueño…Cada noche morís una muerte pequeña. Lo llamáis sueño….Por la mañana volvéis a estar llenos de brío y entusiasmo, repletos de vida…La muerte es un gran sueño, un gran descanso tras toda una vida. Os revive, os refresca, os resucita….No te preocupes por el cielo o el infierno, son sus estados psicológicos. Si vives en la mente, vives en el infierno. Si vives en la no-mente vives en el cielo.”

            Estas enseñanzas de Osho me parecen un auténtico privilegio, pues llegan y tocan profundamente nuestro corazón, en donde resuenan y vibran porque en él las reconocemos como verdaderas. No valen de nada si se convierten en un montón más de información y de datos que sumar al inmenso bagaje de testimonios  y teorías que sobre la muerte existen, tampoco valen si las tomamos exclusivamente vía intelectual por mucho que las aceptemos y las creamos, ya que al no haber salido de nuestro interior y por lo tanto de nuestra alma, cuando llegue el momento del tránsito que todos tendremos que hacer se esfumarán igual como vinieron. Porque sólo cuenta, cuando de lo que se trata es de lo esencial o existencial, aquello que hemos sentido por dentro, vivido o experimentado, que es lo que nos aporta auténtica sabiduría.


            Es muy importante, pues, y Osho lo recalca mucho, no creer sino experimentar, no pensar sino sentir, no tener conocimientos sino ver, y sobre todo saber, con un saber que no viene de fuera hacia nosotros y de forma indirecta a través de tal o cual instructor, maestro o religión, ni siquiera a través de esta o aquella escritura por muy sagrada que se tenga, sino que nace de nuestra misma alma que es la que ya está en contacto con la verdad buscada y anhelada. Nadie, que no entre en el silencio más profundo de su corazón, allí donde su ser divino y real se manifiesta y se hace patente, podrá alcanzar jamás a reconocer estas verdades que hablan de nuestra inmortalidad y señalan lo que es la vida, porque nuestra mente no entiende nada en este terreno, es incapaz de rozar siquiera la inmensidad de lo que afirmamos, del mismo modo que con un tenedor es imposible tomar un poco de agua. Y es que, la sabiduría, la única que es capaz de liberarnos del olvido, del error o de la ignorancia en que estamos metidos sólo se encuentra en nuestra propia conciencia, fruto de ella y con ella identificada.

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