“Cuanto
les digo es lo que he experimentado personalmente….Al morir, nos olvidamos de
todas las limitaciones del cuerpo físico y entendemos cuán libres somos. En los
primeros segundos se experimenta una sensación…de temor a lo desconocido…pero
después de estos breves momentos…el alma experimenta una gozosa sensación de
descanso y libertad. Comprendes entonces que existes separado del cuerpo
mortal…
Puesto
que todos moriremos algún día, de nada sirve tenerle miedo a la muerte…No hay
nada que temer…La muerte es sólo una experiencia destinada a enseñarte una gran
lección: que no puedes morir…El estado que se produce después de la muerte es
experimentado de manera distinta por cada ser humano, según haya sido el tipo
de vida que tuvo mientras estuvo en la tierra…El hombre de bien que ha
trabajado arduamente en la fábrica de la vida, penetra durante un breve tiempo
en un profundo sueño, inconsciente y reparador, despertando luego en alguna
región del mundo astral……En los reinos astrales existen colores y sonidos de
los cuales la tierra nada sabe. Se trata de un mundo hermosos y digno de
disfrutarse...infinitamente bello, limpio, puro y ordenado...Las imperfecciones
propias de la tierra…no existen…, conservan una temperatura uniforme de una
eterna primavera, con ocasionales nevadas de un blanco resplandeciente y
lluvias de luces multicolores. Los planetas astrales están poblados de lagos
opalinos, mares resplandecientes y ríos de arco iris….En la región astral las
almas se encuentran vestidas de una túnica de luz…, no existe conflicto alguno
entre el cuerpo humano y los sólidos, los mares, los rayos y la enfermedad.
Ni hay tampoco accidentes…Todas las
fuerzas coexisten en paz y en una ayuda consciente…
Las
almas viven en mutuo conocimiento y colaboración, respirando el gozo del
espíritu, en lugar de oxígeno….Regocijándose
ante la naturaleza indestructible de la amistad, comprenden la condición
inmortal del amor…Para los hombres que han cumplido con su deber, la muerte
constituye una promoción a un nivel superior; y para los que han fracasado,
significa una nueva oportunidad de superación en un ambiente distinto…”
Es
una lástima que, desde pequeños, en la escuela, no se nos enseñen estas cosas
sobre la muerte. Lo explica el que la humanidad se encuentre todavía en la fase
de su evolución pegada a los sentidos y a la mente racional. Pero, en la medida
en que nuestra conciencia sobre lo que somos crezca esto irá cambiando y, como
consecuencia, todo temor sobre la muerte desaparecerá. La muerte que es la gran
mentira ha condicionado ya demasiado nuestras vidas de manera negativa,
acrecentando el temor a la misma vida, de modo que más que vivir lo que los
humanos solemos hacer es sobrevivir, cosa que hacemos aferrándonos inútilmente
a infinidad de cosas y de posesiones, con el fin de asegurarnos falsamente
nuestra durabilidad en el tiempo.
La
muerte no existe y por lo tanto nadie la experimenta, y el temor a la muerte se
basa en una ilusión mental igualmente irreal, ello hace que nuestra vida la
hayamos organizado y fundado sobre irrealidades que nos llevan a controlarlo,
manipularlo y programarlo todo con el fin de garantizarnos un poco de
seguridad, como si así estuviéramos alejando la muerte, lo cual no es cierto. La
mejor manera de vencer el miedo a la muerte consiste en darnos cuenta de que no
somos esta carcasa llamada cuerpo sino el espíritu inmortal que lo utiliza para
experimentar y crecer durante una etapa más o menos breve de tiempo. Saber
esto, comprobarlo y vivirlo nos sitúa en un camino auténtico de liberación que
es el que nos conduce a la verdadera felicidad. Pero para conseguir esto
tenemos que concienciar día a día lo que sí somos, que es esa conciencia o
testigo que observa todo lo que hacemos a través del vehículo cuerpo y de los
personajes que en cada momento interpretamos. Esto es necesario afianzarlo en
nuestra conciencia para conseguir deshacer de nuestra mente la hipnosis y
hábitos de siglos y siglos de existencias que nos llevan a creer una y otra vez
que sólo lo externo, o sea nuestra personalidad cuerpo-mente, es lo real. Para
lograrlo hemos de practicar y desarrollar la atención presente en y desde el
testigo, alma o espíritu que no se identifican con nada mortal o pasajero que
es lo que no somos.
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