Mientras
no nos hemos asentado en lo que realmente somos, seres divinos,
Resulta
muy difícil guardar el equilibrio y mantenernos en la parte del alma,
Porque nuestros personajes nos asaltan con sus trucos
y hábitos al menor descuido.
¡Es tan
sencillo y requiere tan poco esfuerzo pensar, sentir y vivir como egos
En un mundo
que, sobre todo, señala, identifica y refuerza lo externo de uno!
El alma
no la vemos con nuestros ojos, ni es tocada por nuestras manos,
¡Qué
fácil entonces negarla, dudar u olvidarse de ella y aferrarse a los personajes!
Pero
existe una fase que podemos calificar de asentamiento en el ser de nuestra
alma,
Justo
cuando ya empezamos a saborear su existencia y notamos su presencia;
Cuando
esto pasa, hoy nos vivimos como almas y mañana en el ego que nos arrastra,
Así
vivimos un balanceo constante, entre el alma que somos y el personaje que
engaña.
Es sólo
cuestión de tiempo aprender a bascular hacia el lado del alma y del ser,
Algo no fácil
después de muchas vidas confundidos con la representación y la obra,
Y de
estar convencidos de ser tal o cual imagen, idea o forma de nosotros mismos.
Pero llega
un momento en que alma aflora a nuestra conciencia y se empieza a percibir
Con su
voz silenciosa y su saber diferentes al del ego y al del intelecto,
Con un
amor, un sentido de la realidad y de los demás verdaderamente unitario y libre,
Así como
con una alegría y paz independientes de cualquier cosa exterior a ella.
Entonces,
poco a poco, empezamos a identificarnos y a sentirnos uno con el alma,
Esto es:
a vivir conectados al foco central desde el cual ella es lo que es y se
alimenta.
Ese foco
es nuestro ser o yo superior irradiando la luz, el amor y la energía que
expresan
La Conciencia,
el ser o divinidad que somos.
Todo
verdadero Camino conduce a Despertar en nosotros eso, y eso es la Iluminación.
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