lunes, 6 de febrero de 2017

YOGUI RAMACHARAKA: NO EXISTE LA MUERTE .

William W. Atkinson (1862-1932), más conocido por el seudónimo de Yogui Ramacharaka, nació en los Estados Unidos, fue miembro del movimiento “New Thought” y uno de los pioneros de la introducción del yoga en occidente. Publicó diversas obras, entre las que destaca “Curso adelantado de filosofía Yoga” y “Hatha Yoga”, también escribió el libro titulado “La vida después de la muerte” (Edit. Edaf) Aunque Ramacharaka explica en este libro detalladamente lo que él mismo ha visto y comprobado experimentalmente, advierte no obstante de lo imposible que es mostrar a quienes no han actualizado sus facultades psíquicas y espirituales hacerles comprender y ver lo que sucede después de la muerte, tan difícil como explicarle a un ciego de nacimiento lo que  son determinados colores o a alguien que jamás haya probado el dulce lo que es el azúcar.

De todos modos, y consciente de esta dificultad, nuestro autor les pide a sus futuros lectores, o sea nosotros, que, a falta de experiencia interior propia que nos permita reconocer lo que se les dice, no se entreguen con fe ciega a sus palabras, que no es el modo adecuado de aprender y crecer, sino que, por lo menos, si es que son prudentes, confíen, eso sí, en ellas, en espera de que la aceptación definitiva la den cuando lo compartido aquí sea comprobado o experimentado por nosotros mismos.

Sin embargo recalca, que aunque no se puedan dar pruebas científicas, como la ciencia occidental las reclama (hoy en día esto ya no sería exactamente así dada la profusión de estudios, investigaciones y testimonios que superan con creces los límites dentro de los cuales aquella se movía y que nosotros hemos señalado en otros escritos), lo que él expone sí que puede ser visto por nuestra razón cargado de cierta racionalidad e incluso también, cada vez más, razonable, además de que, según advierte, las partes de nosotros en contacto con nuestra alma que sí que conocen la verdad, más pronto o más tarde la harán florecer en nuestro sentir más íntimo, de modo que lo que antes sólo aceptábamos como un voto de confianza pase a ser experimentado y tenido interiormente como evidente. Y encuadrado de algún modo su enfoque, veamos ya lo que él textualmente dice sobre la muerte y el más allá:

            “Estrictamente hablando…no existe la muerte…Cuando el individuo es capaz de desprenderse temporáneamente de su cuerpo físico y actuar efectivamente en los planos ultraterrenos, le parece fútil y absurda toda discusión especulativa sobre la vida después de la muerte…Dejad que el  alma hable por sí misma y escucharéis…”No hay muerte, no hay muerte, no hay muerte. No hay más que vida, y esta vida es eterna”…El moribundo va desprendiéndose poco a poco de su cuerpo físico y al expirar queda el alma revestida del cuerpo astral …

…El nacimiento en el mundo físico tiene muchos puntos de semejanza con el nacimiento en el astral…Después de la muerte física permanece el alma dormida en el cuerpo astral  (hasta que) despierta a la otra vida con tanta naturalidad como el capullo se abre en flor…Este período de tranquilo sueño es para el alma lo mismo que la vida intrauterina para el feto: duerme para cobrar las fuerzas que necesitará en la nueva vida…Muchos no se dan cuenta de que han muerto y no aciertan a explicarse lo que les sucede…Al sumirse el alma en sueño se le representa la visión panorámica de su vida pasada…

            Cuando despierta del todo, se halla el alma libre del lastre de su personalidad. …libre de cuantos obstáculos la entorpecían y podrá manifestar y expresar sin trabas las óptimas cualidades de su carácter…En los planos superiores no necesita el alma brazos, piernas, manos ni pies,...trasciende las limitaciones de la vida física…El plano en que el alma despierta no es un lugar sino un estado o condición de existencia, una tónica en la escala de energía vibratoria del mundo espiritual…No está sola. La acompañan cuantas almas se hallan en simpática armonía con ella y se ve libre del trato con las de tónica opuesta o distinta…vive muchísimo más feliz que en el mundo físico…En el plano astral…no hay otro ambiente ni escenario que el resultante de las formas, imágenes o representaciones mentales de las almas…El plano astral es un plano de “ideación” y cada alma encuentra allí realizados imaginativamente sus ideales…Muy poca diferencia hay entre las condiciones intelectuales y morales del individuo antes y después de la muerte…

            Tarde o temprano invade al alma el deseo de adquirir nuevas experiencias y manifestar en nueva vida terrena sus adelantos en los mundos astral y celeste…En consecuencia, se sume gradualmente en profundo sueño, y cuando le llega la hora “muere” en el mundo astral como antes murió en el mundo terrestre, donde al fin reencarna…en un ambiente y bajo condiciones congruentes con su carácter.”


            Cuando hayamos asumido con total certeza, que la vida no termina, que la reencarnación es un hecho, que la Tierra no es ni mucho menos el único lugar en donde encarnar y evolucionar, que venimos aquí sólo por lazos kármicos que nos unen o atan a este planeta, a ciertas tareas y compromisos, y a nuestros deseos y expectativas, nuestras existencias cambiarán radicalmente, y eso se dará cuando estemos preparados para ello, no antes. Entonces estaremos en condiciones también para ascender a otros niveles y planos de realidad superiores, en otras vidas. Y cada muerte se vivirá no como ahora de forma dramática o como si fuera una derrota, sino como una auténtica fiesta de despedida. Morir será motivo de ilusión y alegría, el término de una tarea ya cumplida.

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