Ram
Dass ha reflexionado también mucho sobre el problema del miedo a la muerte y a
las circunstancias del envejecimiento, llegando a la conclusión de que esos
temores no dejan de ser cosas que sólo ocurren en y son producto de la mente,
que es lo que tenemos que cambiar para sentir la plenitud, porque lo que somos
no tiene nada que ver con ninguno de nuestros pensamientos con los que tan a
menudo nos identificamos. La liberación de nuestros miedos sólo se consigue
cuando en vez de eso, nos identificamos con la conciencia de nuestra Alma que
es muy superior a la conciencia mental o del ego. La soledad, la depresión, el
sentimiento de impotencia o de inutilidad, la ausencia de seguridad interior,
el deterioro del cuerpo, todo eso se soluciona cuando en vez de huir de ello
nos vamos a nuestro mejor refugio, en el interior de nosotros, y sin negar
nada, aceptando lo que hay, contactamos con nuestra Alma. Entonces nace a la
conciencia un nuevo ser, la verdadera realidad que somos que ni se deteriora
por el paso del tiempo ni jamás está aislada sino unida a la inmensa Presencia
de la realidad que nos envuelve. Pues bien, fruto de esa dura aunque muy
fructífera aventura y de todas las comprensiones que tuvo es como surgió el
significativo e interesante libro “Aquí todavía” (Edit. Kairós) del que
extraemos a continuación algunos de sus calrificantes párrafos sobre la muerte y
el más allá:
“El
Alma trasciende la muerte, y nosotros nos reencarnamos, con lo que podemos
convertirnos en Buda, alcanzar el Cielo o unirnos con la Divinidad. Estar aquí
a lo largo de cincuenta u ochenta años para al final ser aniquilados no tiene sentido
alguno……es posible aproximarnos a nuestra muerte sin el grado emocional de
sufrimiento que hemos asimilado a través de nuestra cultura…Cuando empecé a
tener experiencias espirituales,..experimenté… mi conciencia del Alma. Me di
cuenta de que aunque mi ego iba a morir con certeza uno u otro día,…mi Alma
seguiría de otra forma con su evolución…He llegado a la conclusión de que una
parte de nosotros subsiste después de la muerte…
El momento de la muerte no nos transforma
necesariamente, al fin y al cabo morimos como somos, ni mejor ni peor, ni más
sabios ni más ignorantes. Cuando fallecemos realizamos la suma de lo hecho y lo
vivido, por lo que hemos de despertar y prepararnos lo antes posible para esta
ocasión, resolviendo nuestros asuntos, y convirtiéndonos en una persona que
puede cerrar los ojos sin ningún reproche… Es aconsejable firmar un “testamento
vital”…
¿Cómo nos preparamos para la muerte? La atención y la
meditación son excelentes maneras para estabilizar la mente y el cuerpo, así
como para prepararnos para este reto…A menudo he de recordar que no soy
solamente este cuerpo paralizado, “yo no soy esta apoplejía”, incluso si esto
ha cambiado mi vida de forma radical…De la misma forma, una persona moribunda
no es sólo un cuerpo en una cama; y si somos capaces de recordar esto…habrá
menos sufrimiento. Cuanto más afirmemos…de la identidad del moribundo…-su
existencia como Alma-, más fácil resultará mantener la conciencia cuando las
circunstancias se vuelven en contra…La muerte es nuestro mayor reto, así como
nuestra mayor oportunidad espiritual. Cultivando la atención plena nos
preparamos para esta última travesía, permitiendo que, en vez del Ego, nos guíe
la naturaleza. Si lo hacemos así nos convertimos en maestros de los demás y en
nuestros mejores amigos, a la búsqueda más allá de la muerte, del siguiente
estadio de la aventura del Alma”.
Cuesta cambiar radicalmente y en positivo nuestra
percepción de la muerte, aunque nos abramos a creencias que la presenten como
un tránsito hacia otro plano de existencia, ya que, en cualquier caso, nunca
dejarán de ser meros conceptos o apreciaciones que nos llegan de fuera. Por
eso, es tan importante desarrollar la autoconciencia de nuestra alma, porque
así, nos ponemos en contacto directo, con nuestra inmortalidad. No es necesario
tener una ECM para saber, sin dudar, que nuestra vida es inmortal, constatar en
el silencio de nosotros mismos que somos un alma, eso ya nos aporta la
comprensión que necesitamos. Ram Dass,
así lo confirma.
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