La verdad es que, en el asunto de Dios, los
razonamientos valen más bien poco,
Y las pruebas de su existencia también. En realidad,
ni valen ni no valen,
Pues todo depende de quien las recibe y del valor
que les quiera dar.
No es por ahí, pues, como, se “llega” o no a Eso a
lo que se le llama Dios.
En realidad, la “demostración” no existe, y si la
hay se halla en uno mismo.
No hay demostraciones, ni pruebas, ni avances científicos
Que nos acerquen o alejen de Dios porque en realidad
“Dios no existe”.
¡Cómo!, ¿te volviste loco de repente?, se me dirá. Todo
lo contrario.
Sólo existen cosas, aquello que se puede señalar,
estudiar, mostrar…
Y nada de eso se puede hacer respecto a Dios, del que sólo se puede decir que Es.
Dios es la pura Existencia, el puro Ser en el que
todo se halla y existe
Incluidos el que duda, cree o no cree y el mismo
dudar o creer.
Por eso Dios es tan evidente para quien de algún
modo es sorprendido
O ha entrevisto, o le ha llegado el “perfume”, la
ligera “caricia” o la “brisa”,
Ya no de lo que existe sino de la Existencia misma,
no de lo que hay sino del Ser.
Y esto, que es tan sencillo, para los “sabios” se
vuelve incomprensible,
Para los “inteligentes” inalcanzable y para los llenos
de su ego un disparate.
Dios es lo único Real porque Dios es la Realidad
misma.
Por tanto, que nadie vaya a buscarlo porque quedará
defraudado, no lo encontrará.
Así que, creer o no creer en Dios, de hecho,
significa bien poco, casi nada,
A pesar de que a unos les consuele, les pueda
servir o ayudar y a otros no.
Pero, llegar a ver que Todo Es Dios, eso sí es lo
definitivo y lo más maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario