domingo, 18 de diciembre de 2016

EL TRÁNSITO DE “AQUÍ” A “ALLÍ”



Es normal que en algún momento nos inquiete saber eso,
Ocurre siempre que alguien ha de ir  a un lugar desconocido,
Más aún si se prevé que el sitio es muy nuevo y distinto
Y que lo que se deja son cosas, situaciones y personas muy queridas,
De las que de un modo o de otro se depende afectiva, mental o materialmente
Y con las que se está, más o menos, identificado, apegado incluso.

Veamos, pues: Este es el aquí de la densidad material,
Un mundo elegido por nuestras almas, que son de un nivel distinto: el espiritual.
Este lugar tiene sus propias leyes en cuanto a espacio y tiempo, las físicas,
Que son propicias para un tipo concreto de experiencias y de relaciones,
De aprendizajes, manifestación y creatividad únicos.
De ahí el valor de esta precisa encarnación. Puede haber otras.

Al dejar el cuerpo, nuestras almas se liberan de las dependencias de este y su mundo.
Algunas veces lo hacen poco a poco, y en ocasiones más rápidamente,
Según los enganches que se tengan con lo que queda detrás.
Y a continuación, vamos al lugar del que partimos, a nuestro hogar como almas,
Más en contacto con la realidad y más despiertos a lo que somos.
Es lógico que así sea, pues al tomar un cuerpo físico se tiende a proyectarnos en él,
O sea, a salir un poco, o mucho, de la verdad de nosotros mismos y olvidarla.

Por lo tanto: si “aquí”, encerrados en nuestra burbuja personal-egótica
Nos creemos, desde el espejismo y  la ignorancia, tan vivos y tan en nuestro medio real,

¡Cómo no será allí, estando más lúcidos y en, ese sí, nuestro genuino mundo!

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