Baja hasta el Centro donde más te sientes Tú,
Desciende hasta el interior escondido de tus
sombras,
Hasta el rincón de tus miedos, angustias y desvelos,
Atraviesa el núcleo ignoto de la soledad y la
tristeza
Allá donde se encuentren, y ve hasta lo más hondo de
ellas,
Y de todo cuanto, por inicuo, rechazas de ti.
Entra en el infierno de tus noches amargas,
En las cuevas desde donde todas tus muertes nacieron,
En las abisales aguas sucias de tus debilidades,
Allí en donde se gestaron tus lloros
Y viste cómo todo lo que creías ser se rompía
inmisericordemente.
Ve allí, con todo el valor, no de tu pequeño yo, que
es cobarde para esto,
Sino de la Fuerza y el Poder que el Dios que tú eres
posee.
Y entonces, desde esa imbatible firmeza, verás,
surgiendo de ti,
El fuego de un Sol interior que todo lo deshace,
quema y consume.
Se romperán así el hechizo, los encantamientos y
engaños,
Los espejos deformes de los que te fiaste y a los
que te entregaste,
A donde la ignorancia como la falsa ilusión te
llevó.
Es la hora ya, en la que el príncipe amoroso del
recto discernimiento,
Despierte de su letal sueño a esa bella durmiente,
Que seducida en un tiempo por el mago de la sombra
Espera impaciente el beso amoroso del conocimiento
para Despertar.
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