Me siento en una silla cómoda, en lugar silencioso y
calmo,
Donde sé que nada exterior va a molestarme ni a
interferir,
Nada más necesito, sólo a continuación cerrar los
ojos, simplemente,
Y respirar, tranquila y acompasadamente, sin
esfuerzo alguno.
Fijo luego mi atención interna ligeramente hacia
arriba, nada más, sólo eso.
Y la Luz o el Amor o Eso divino desciende, te
abarca, te llena,
Y uno entonces permanece ahí, sin hacer nada,
gozando solamente,
Y permitiendo que Aquello que se experimenta actúe y
lo haga todo.
Por eso, lo que haces en todo momento es dejarte confiadamente
en sus manos.
En un tiempo los pensamientos y líos mentales eran
muchos,
Pero todo eso va pasando y lo que queda es, cada vez
más,
La desnudez de Eso, la Alegría y el Gozo de Eso. El descenso
de Eso.
(Así que, mi consejo es que si hay revuelo mental no
hay que preocuparse,
Darse cuenta de ello, sin luchar, y abiertos, que es
lo único importante,
A Lo Superior, a lo que se intuye, y Eso se irá viviendo,
poco a poco)
La experiencia del Ser, de lo divino en uno va así
empapándonos,
Impregnando toda nuestra realidad, que va
despertando a Lo Que Es.
Nuestra conciencia se hace así autoevidente y se
vive una con ello
Y entonces el sentido de nuestra identidad se
expande, cambia,
Porque vamos naciendo a la realidad de que la
Conciencia, Dios, Lo divino,
Eso, es lo que yo soy, lo que tú eres, lo que todo
es.
Y continúas ahí, sin hacer nada, sólo a merced de lo
que acontece,
Entregado, amando y dejándose amar, siendo, más y más tú mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario