viernes, 23 de diciembre de 2016

UNA FORMA DE MEDITACIÓN


Me siento en una silla cómoda, en lugar silencioso y calmo,
Donde sé que nada exterior va a molestarme ni a interferir,
Nada más necesito, sólo a continuación cerrar los ojos, simplemente,
Y respirar, tranquila y acompasadamente, sin esfuerzo alguno.
Fijo luego mi atención interna ligeramente hacia arriba, nada más, sólo eso.
Y la Luz o el Amor o Eso divino desciende, te abarca, te llena,
Y uno entonces permanece ahí, sin hacer nada, gozando solamente,
Y permitiendo que Aquello que se experimenta actúe y lo haga todo.
Por eso, lo que haces en todo momento es dejarte confiadamente en sus manos.

En un tiempo los pensamientos y líos mentales eran muchos,
Pero todo eso va pasando y lo que queda es, cada vez más,
La desnudez de Eso, la Alegría y el Gozo de Eso. El descenso de Eso.
(Así que, mi consejo es que si hay revuelo mental no hay que preocuparse,
Darse cuenta de ello, sin luchar, y abiertos, que es lo único importante,
A Lo Superior, a lo que se intuye, y Eso se irá viviendo, poco a poco)

La experiencia del Ser, de lo divino en uno va así empapándonos,
Impregnando toda nuestra realidad, que va despertando a Lo Que Es.
Nuestra conciencia se hace así autoevidente y se vive una con ello
Y entonces el sentido de nuestra identidad se expande, cambia,
Porque vamos naciendo a la realidad de que la Conciencia, Dios, Lo divino,
Eso, es lo que yo soy, lo que tú eres, lo que todo es.
Y continúas ahí, sin hacer nada, sólo a merced de lo que acontece,

Entregado, amando y dejándose amar, siendo, más y más tú mismo.

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