Todos, sin excepción, lo tenemos, él guía todo
nuestro crecimiento,
Paso a paso, a través de los diversos procesos y
niveles evolutivos del alma,
Desde los estadios primarios en que nuestra
conciencia está más dormida
Hasta el momento más elevado de nuestro Despertar o
iluminación
En que experimentamos que tanto nosotros como los demás somos
la divinidad.
Se puede concienciar y vivir la conexión con
nuestro Maestro espiritual
Cuando de verdad la necesitamos y queremos que se dé.
No es un juego, sino la consecuencia de un camino
recorrido con honradez y sinceridad.
Para establecer el contacto tiene que haber demanda, humildad y voluntad reales.
A veces, el Maestro espiritual viene expresado
externamente en el mundo físico
Por un Maestro encarnado. Ambos realizan la misma
función.
El Maestro o
Guía espiritual es el recordatorio y la imagen viva del Camino,
Su sintonía es la que nos permite avanzar y no
perdernos,
También su calidez y proximidad llenas de amor,
sabiduría y energía vivificante.
Jamás sustituye nuestra tarea, trabajo, esfuerzo,
intuición, inteligencia y voluntad,
Que son los instrumentos a partir de los cuales
alcanzar nuestra realización.
Por eso enseña y guía, sobre todo con su Presencia y
su Silencio,
Los cuales son un mapa viviente y un faro que nos
conducen seguros a la Meta,
Que él ya encarna y vive. A veces, muestra signos
externos de atención y cercanía.
El reconocimiento por nuestra parte del Maestro o Guía
espiritual
Es un paso decisivo, así como garantía de que nos hallamos en el
camino adecuado.
El Maestro espiritual es un ser objetivo y real,
compatible con nuestra Maestría interior.
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