Uno hace algo tan sencillo como sentarse en una
silla, o sin ella,
Y con los ojos cerrados observar, estar atento a
cuanto acontece en su mente.
De donde surgen los pensamientos, los recuerdos, los
problemas, los deseos,
Todo cuanto ahora mismo nos preocupa o nos inquieta,
pero también lo trivial,
Y, por supuesto, nos damos cuenta de las sensaciones
del cuerpo y de las emociones.
El secreto consiste en ser testigos de todo ello
como si fuesen, de hecho lo son,
Cosas que van apareciendo sobre un fondo y también
desapareciendo en él.
Entonces tratamos de estar atentos a ese fondo, a
ese espacio que es una no cosa.
Siempre tras el fondo, el fondo desde el que todo
surge, incluso nuestro mundo,
Las galaxias, el universo, todos los universos. Contemplamos
el fondo, y lo soltamos,
Para ir incluso más allá, allí desde donde surgen
todos los fondos,
A Aquello que todo los sostiene, incluso al hecho de
sostener mismo.
Y nos dejamos desaparecer también a nosotros en él, a
lo que de nosotros queda.
Entonces nos damos cuenta de que sólo hay
Silencio-Conciencia-Luz. Lo Que Somos.
Y ese fondo luego se mantiene, acompaña, porque es
Lo Más Real, lo que es.
Cuando andamos, cuando hablamos, en el metro, en
todo momento, siempre está ahí.
Es una presencia silenciosa, no porque no haga o no
contenga nada
Sino porque es el Ser mismo anterior a todo
contenido, de cualquier clase.
Eso permite que el acto contemplativo se prolongue a
toda nuestra vida,
Porque toda ella está envuelta, formada e inundada
de y por ese Silencio,
Un silencio que es plenitud y gozo, que disuelve
toda sensación de sufrimiento.
Vivir en esa presencia nos libera y hace que nos
sintamos almas en libertad.
Volver ahí una y otra vez hasta vivirnos siendo unos en él.
Esta es nuestra mejor tarea.
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