domingo, 18 de diciembre de 2016

DIOS. ¿SE PUEDE PERCIBIR Y EXPERIMENTAR?


¿Dios?, nadie lo ha visto, dicen unos, ¿para qué hablar de ello?,
Tratemos de asuntos más prácticos, interesantes y urgentes, añaden,
Mientras que para otros es sencillamente incomprensible
Si no inexistente, o una cosa de gente muy primitiva
Y de ignorantes, algo a superar y dejar como un viejo vestigio
De tiempos pasados, de  subdesarrollos y atrasos sombríos, irracionales e incultos.

Dios, por lo demás, no es un objeto, no es comida, no es un bien inmueble,
Ni contable, no es nada de cuanto se pueda medir, ni pesar,
Por no tener no tiene forma, ni perfil, y, evidentemente,
No puede ser visto, ni oído, ni tocado, como tampoco el gusto o el olor lo delatan.
Entonces, ¿de qué estamos hablando?
Se dice: es infinitamente bueno, bello, bondadoso, es el poder absoluto….
¿Y qué?, todo eso no son más que palabras, conceptos, ideas,
Pero demuéstramelo, señálamelo, dime cómo lo puedo percibir, se insiste.
Así, que el círculo siempre queda abierto, incompleto. Hasta que…

Llega un día, en que en nuestro mirar advertimos el mirar de Dios
Y en lo visto nos damos cuenta de cómo sobresale su brillo y su presencia,
Suave e imperceptible como el aire que mueve las hojas de un árbol.
A Dios sólo se le puede sentir en la medida en que Él lo somos también nosotros.
Sólo se sabe de Dios en cuanto se sabe de nuestro ser.
Porque nuestro ser y Dios son lo mismo. Mi ser es el Dios de mi individualidad
Y Dios es el Ser de la Totalidad. Conoces y sientes a tu ser y conoces y sientes a Dios.

Pero ni una ni la otra cosa se puede explicar, tan sólo vivir y, sobre todo, ser.

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