Un problema, de la clase que sea, es una invitación
a que lo solucionemos,
Todo problema tiene su correspondiente solución. No
existe problema sin solución.
Buscar soluciones y poner los medios adecuados es lo
que nos hace crecer como almas.
Gracias a los problemas y las dificultades
aprendemos, crecemos y evolucionamos.
No existe en nuestra dimensión existencia sin problemas,
le son intrínsecos.
Problemas y dificultades son oportunidades y, por
ello, algo deseable y positivo.
Ejercitarse en el hábito de la resolución de
problemas nos hace madurar.
Madurar equivale a tener más y más disponibles
nuestras capacidades de alma.
El sufrimiento no tiene por qué acompañar a los
problemas.
El sufrimiento es un asunto de orden psicológico y
mental. El dolor es otra cosa.
El sufrimiento señala lo que en nosotros necesita
ser sanado, clarificado y trascendido,
También los apegos y dependencias, todas nuestras
erróneas identificaciones.
A más rigidez egótica y menor contacto con nuestro
ser mayor sufrimiento.
La iluminación y el despertar es el mejor antídoto
contra el sufrimiento.
Creer que los problemas no forman parte de la vida
significa no haber entendido nada.
Buscar una vida sin problemas es de necios. Quien lo
hace pierde el tiempo y sufre más.
Cuando integramos los problemas en nuestra vida es
como si estos dejasen de existir.
La vida completa es aquella en la que los contrarios
se viven como complementarios.
Sin dificultades no habría crecimiento, sin
crecimiento tampoco habría evolución,
Y sin evolución la vida del alma no tendría sentido.
Los principales problemas son: pasar del sueño al
despertar, de la sombra a la luz,
De la muerte a la inmortalidad, de la persona al
alma, y del el ego al ser.
La solución está en el despertar, la luz, la
inmortalidad, el alma y el ser.
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