El camino que uno recorre hasta encontrarse con su
alma y con su ser
Tiene tramos fáciles, complicados a veces, y en ocasiones
muy tortuosos.
El empecinamiento egoísta, la obcecación y la dureza
de nuestros personajes
No hacen sino que el sufrimiento aumente y la salida
desde la que ver la luz se retrase.
El regreso a la vía de la paz y de la felicidad pasa
por contactar con nuestro interior,
De lo contrario, la lucha contra el exterior al que
culpabilizamos de lo que vivimos
No hará sino resaltar nuestras heridas y retrasar la
ausencia de soluciones.
Nadie es víctima ni culpable, ambas cosas son inventos
y tretas del ego
Para justificar su pervivencia, su necesidad y, en
definitiva, su modo de actuar.
Nadie hace nunca más de lo que puede y de lo que
sabe, por más que nos obcequemos,
De ahí, que en ocasiones pensemos erróneamente que nuestra
vida no tiene solución.
Pero los callejones sin salida son los que de verdad
nos pueden llevar a Casa,
Porque, en nuestra indefensión, nos obligan a contactar con nuestra alma y con nuestro ser.
Cuando uno no sabe qué hacer hacia fuera, puede
empezar a conocerse dentro de sí.
Es este el momento para el verdadero rendimiento a
nuestra verdad interior.
Entonces empieza el trabajo del alma; antes todo
fueron juegos preparatorios
para descubrir el propósito de nuestras
vidas y llevarlo a cabo.
Por eso, si alguien piensa que ya no puede más y que
sus expectativas sólo se frustran,
Al contrario de lo que parece, se halla en un buen tiempo.
Está de suerte.
Porque, ante la evidencia de la debilidad del ego
puede escoger, por fin, la alternativa
Del autoconocimiento, de la autoobservación y del
regreso a su ser olvidado.
Así es como se inicia el nuevo camino, el del verdadero Amor
hacia uno mismo,
El del Discernimiento y de la Acción recta. Eso nos
ilumina y se expande a los demás.
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