Como Personas
la anécdota, las historias, toda una vida y muchas más,
Haciendo, creando, luchando, experimentando
Sufriendo, gozando, persiguiendo el placer y huyendo
del dolor,
Y todo eso formando un cerco y finalmente, a nuestro
pesar, una cárcel
Hecha de hábitos y de convenciones, de reacciones
mil,
Mundo del ego y de la mente, de las emociones, de lo
caduco, del límite y de la muerte.
Pero en algún momento, por agotamiento quizás, la
mirada se vuelve al interior
De uno mismo, en busca de una verdad y una voz no
convencional,
Real, y entonces nos abrimos al Alma, a ese centro focal
En donde cálidamente nos sentimos ser auténticos,
verdaderos yoes,
No masa, no mátrix, no gregarios, no colectivo, no
mente, ni emociones,
Y allí encontramos ese punto en el que reconocemos
Nuestro proyecto, nuestro impulso, nuestra intención
Y nuestro llamado verdaderos. Ya no estamos
perdidos. Estamos en casa
Y el camino del alma ha empezado.
Ella, el alma, luego nos eleva, nos lanza hacia lo
superior de sí misma,
Hacia ese fondo que la nutre, al Ser que la hace amar, saber y crear.
Entonces llegamos y así la vivimos a la Fuente de
nuestra identidad,
Una plenitud desconocida hasta entonces, que nos
embarga.
Pero el vuelo no termina ahí, de algún modo todo
acaba de empezar.
El Amor, La entrega, la unidad con el Cosmos
Y, sobre todo, el Uno que lo es Todo, Lo divino, aguardándonos.
Es el tiempo de la Conciencia despierta y de la Vida
realizándose.
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