Todos
recordamos el famoso cuento ya clásico, de Hans
Christian Andersen, donde se cuenta la historia de aquel patito feo que a
causa de sus características físicas, no sólo se sentía rechazado por las otras
ánades sino que estaba constantemente infeliz. El “patito feo”, que era como le
llamaban todos, se sentía muy desgraciado al ver que tenía que vivir de un modo
que, sin saber bien por qué, no le satisfacía. Hasta que, llegado un buen día,
vio cómo una bandada de aves surcaba el cielo en busca de las cálidas tierras
del sur.
Tenían
el cuello largo y esbelto. ¡Eran cisnes! “¡Ah, si pudiera volar con ellas!,
–pensó con tristeza el desdichado patito-. “Pero, -se dijo de nuevo para sí-,
¿cómo van a aceptar a alguien tan feo como yo?”, y con estos pensamientos
continuó viviendo y vagando de un lugar a otro del mundo entre su soledad, su
desconcierto y su pesar.
Hasta
que, después de pasado un largo invierno, llegó andando a un maravilloso
jardín, con un gran estanque rodeado todo él de bonitas flores de vivos
colores, con inmensos árboles y ardillas jugueteando. El “patito feo”, que estaba
ya asombrado ante semejante espectáculo, quedó más fascinado todavía cuando
descubrió allí en medio del lago, sorteando nenúfares y plantas acuáticas, tres
cisnes como los que había visto volar, los cuales nadaban deslizándose sobre el
agua, al tiempo que lucían con garbo su esbeltez, y majestuosidad.
El patito, entonces, siguiendo un irreprimible impulso
que le salió desde lo más hondo de sí, ni corto ni perezoso, y sin pensárselo
dos veces, ¡zas!, se lanzó al agua y nadó hasta donde estaban aquellos cisnes,
primero tímido, con la cabeza agachada, sin atreverse a mirarlos a la cara.
Pero…, ¡un momento!, porque ¿qué era esa imagen que de sí mismo se veía en el
agua?...
El
lago le devolvió el reflejo, y lo que el patito vio fue ni más ni menos que…¡la
imagen de un precioso cisne blanco, igual como los que él estaba admirando, y
en el que se había transformado después de aquel duro invierno! Y todos cuantos
pasaban por allí se paraban para contemplarlo admirados por su proverbial
belleza. De pronto, una bandada de cisnes cruzó de nuevo el cielo azul, un
cielo resplandeciente como jamás había visto, y esta vez, ya seguro de sí, alzó
sin pensarlo también el vuelo, junto a los otros que ya le acompañaban en el
estanque, y raudo, veloz como una flecha, contento como jamás se había sentido
antes, se unió a ellos, y volaron y volaron, libres, sobre campos, prados y
montañas, hacia tierras nuevas, a mundos nuevos, tan felices…
Esta es de algún modo tu historia, la mía, nuestra
historia, la historia de quienes nos habíamos identificado con una imagen
pobre, reprimida y corta sobre nosotros mismos, con el pequeño yo en vez de con
la radiante identidad de nuestro verdadero ser, hasta que movidos por eso y por
una extraña nostalgia fuimos rondando durante mucho tiempo, vidas incluso,
vagando y vagando por el mundo tras la búsqueda de un origen presentido que en
algún lugar de nuestra alma resonaba como propio. Hasta que lo encontramos, y
con él la plenitud tantas veces anhelada. Este periplo que todos vivimos, a
veces la vida nos lo pone delante con imágenes paradigmáticas en las que nos
podemos reconocer de algún modo, como ocurre con la magistral película “Lion”, ópera
prima del director Garth Davis y
protagonizada por Dev Patel y Rooney Mara. En este Filme se nos
cuenta la historia real de Saroo
Brierley, un niño que a los cinco años se perdió en los barrios de Calcuta
y que pasó otros cinco deambulando extraviado por el país, hasta que fue adoptado
por un matrimonio australiano.
25
años después, Saroo
circunstancialmente comenzó a tener pequeños vislumbres y recuerdos de su
verdadera identidad y primera infancia, lo que le lleva obsesivamente y con
ingente esfuerzo a buscar a través de Google Earth tanto el lugar de su
procedencia como a su familia. Ambos objetivos finalmente son felizmente alcanzados
dándose el reencuentro, en el que fue su mismo pueblo natal al que se desplaza, con su madre ya anciana y su hermana.
Toda una maravillosa descripción de lo que es un largo regreso de vuelta a casa
en el que todo buscador espiritual no puede sino verse perfectamente reflejado,
lo que le da a la espléndida película, para quien así la quiera contemplar, un
significado añadido y muy especial. Vale la pena verla desde ese y otros muchos
puntos de vista.
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