lunes, 30 de enero de 2017

CISNES Y NO PATITOS FEOS. (El largo camino de regreso a casa)

Todos recordamos el famoso cuento ya clásico, de Hans Christian Andersen, donde se cuenta la historia de aquel patito feo que a causa de sus características físicas, no sólo se sentía rechazado por las otras ánades sino que estaba constantemente infeliz. El “patito feo”, que era como le llamaban todos, se sentía muy desgraciado al ver que tenía que vivir de un modo que, sin saber bien por qué, no le satisfacía. Hasta que, llegado un buen día, vio cómo una bandada de aves surcaba el cielo en busca de las cálidas tierras del sur.

Tenían el cuello largo y esbelto. ¡Eran cisnes! “¡Ah, si pudiera volar con ellas!, –pensó con tristeza el desdichado patito-. “Pero, -se dijo de nuevo para sí-, ¿cómo van a aceptar a alguien tan feo como yo?”, y con estos pensamientos continuó viviendo y vagando de un lugar a otro del mundo entre su soledad, su desconcierto y su pesar.

Hasta que, después de pasado un largo invierno, llegó andando a un maravilloso jardín, con un gran estanque rodeado todo él de bonitas flores de vivos colores, con inmensos árboles y ardillas jugueteando. El “patito feo”, que estaba ya asombrado ante semejante espectáculo, quedó más fascinado todavía cuando descubrió allí en medio del lago, sorteando nenúfares y plantas acuáticas, tres cisnes como los que había visto volar, los cuales nadaban deslizándose sobre el agua, al tiempo que lucían con garbo su esbeltez, y majestuosidad.

            El patito, entonces, siguiendo un irreprimible impulso que le salió desde lo más hondo de sí, ni corto ni perezoso, y sin pensárselo dos veces, ¡zas!, se lanzó al agua y nadó hasta donde estaban aquellos cisnes, primero tímido, con la cabeza agachada, sin atreverse a mirarlos a la cara. Pero…, ¡un momento!, porque ¿qué era esa imagen que de sí mismo se veía en el agua?...

El lago le devolvió el reflejo, y lo que el patito vio fue ni más ni menos que…¡la imagen de un precioso cisne blanco, igual como los que él estaba admirando, y en el que se había transformado después de aquel duro invierno! Y todos cuantos pasaban por allí se paraban para contemplarlo admirados por su proverbial belleza. De pronto, una bandada de cisnes cruzó de nuevo el cielo azul, un cielo resplandeciente como jamás había visto, y esta vez, ya seguro de sí, alzó sin pensarlo también el vuelo, junto a los otros que ya le acompañaban en el estanque, y raudo, veloz como una flecha, contento como jamás se había sentido antes, se unió a ellos, y volaron y volaron, libres, sobre campos, prados y montañas, hacia tierras nuevas, a mundos nuevos, tan felices…

            Esta es de algún modo tu historia, la mía, nuestra historia, la historia de quienes nos habíamos identificado con una imagen pobre, reprimida y corta sobre nosotros mismos, con el pequeño yo en vez de con la radiante identidad de nuestro verdadero ser, hasta que movidos por eso y por una extraña nostalgia fuimos rondando durante mucho tiempo, vidas incluso, vagando y vagando por el mundo tras la búsqueda de un origen presentido que en algún lugar de nuestra alma resonaba como propio. Hasta que lo encontramos, y con él la plenitud tantas veces anhelada. Este periplo que todos vivimos, a veces la vida nos lo pone delante con imágenes paradigmáticas en las que nos podemos reconocer de algún modo, como ocurre con la magistral película “Lion”, ópera prima del director Garth Davis y protagonizada por Dev Patel y Rooney Mara. En este Filme se nos cuenta la historia real de Saroo Brierley, un niño que a los cinco años se perdió en los barrios de Calcuta y que pasó otros cinco deambulando extraviado por el país, hasta que fue adoptado por un matrimonio australiano.


25 años después, Saroo circunstancialmente comenzó a tener pequeños vislumbres y recuerdos de su verdadera identidad y primera infancia, lo que le lleva obsesivamente y con ingente esfuerzo a buscar a través de Google Earth tanto el lugar de su procedencia como a su familia. Ambos objetivos finalmente son felizmente alcanzados dándose el reencuentro, en el que fue su mismo pueblo natal al que se desplaza, con su madre ya anciana y su hermana. Toda una maravillosa descripción de lo que es un largo regreso de vuelta a casa en el que todo buscador espiritual no puede sino verse perfectamente reflejado, lo que le da a la espléndida película, para quien así la quiera contemplar, un significado añadido y muy especial. Vale la pena verla desde ese y otros muchos puntos de vista.           

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