La vida sale y viene sola, ¿no la has visto cómo aaprece y pasa delante de ti?
Y, ¿no te has dado cuenta aún de que fluye y fluye
constantemente?,
¿Quién puede hacer algo, para que se pare ni tan
siquiera un pequeño instante?
En ese movimiento constatamos que unas cosas acaban
y otras empiezan, cíclicamente,
De ese extraño modo se nos viene todo encima, para
finalmente desaparecer:
Lo agradable, lo incómodo, aquello que es placentero
así como lo que no lo es.
Y, mientras tanto, luchamos, nos esforzamos, actuamos,
pensamos,
Intentamos controlar, crear cosas y situaciones,
hacemos infinidad de cosas
De todas las cuales nos sentimos y creemos ser sus
protagonistas o autores reales.
¿Pero eso es realmente así tal como lo interpretamos
con nuestra mente y sentidos?
¿No da la impresión de que todo surge sólo, incluso
nuestro hacer o no hacer?
¿Hay que fijarse mucho para verlo, para que no nos
pase desapercibido?
¿De dónde surge todo eso, todo el desplegarse ininterrunpido
de la existencia?
Entonces, nosotros, ¿acaso no somos de verdad los testigos
de toda esa escena
Que se presenta sorprendiéndonos, en un número
indefinido de imprevistas secuencias?
¿Quién está observando todo como si se tratara
de un espectador impasible y fiel?
¿Y quién es ese espectador, quién es ese ojo que
todo lo ve y a lo que nada se le escapa?
Ese mirar detrás del que está mirando, ¿No es acaso
una ventana abierta al infinito?
¿Y no es ese infinito el Ojo, el Observador y El que
mira?
En tal caso, ¿quién eres tú en toda esta historia? y
¿dónde te encuentras?
¿No eres la conciencia dentro de la cual todo nace, todo
es y se contiene?
¿No te reconoces en ella? ¿Qué queda de ti cuando
todo lo que no eres desaparece?
Eres el Ojo del Yo, la ventana sin marco, el Infinito
viendo, la pura conciencia de ser.
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