miércoles, 25 de enero de 2017

LA NUEVA CIENCIA AVALA UN UNIVERSO CON SIGNIFICADO

Inteligencia no siempre es sinónimo de lucidez; a veces, con ella nos podemos enrocar en dogmatismos contrarios a la evolución de la ciencia; esto les pasa a quienes se aferran a la visión de un universo-máquina sin sentido ni finalidad alguna, un universo triste y sin esperanza, un absurdo, en definitiva, dentro del cual estuviéramos todos irremediablemente metidos, vagando absurdamente hacia una deriva fatal y con “desesperación inflexible”. Sólo quien quedó atado a la sola razón puede ver un universo así, también quien no abre las puertas a la ciencia con conciencia y a la intuición.

Un notable ejemplo de esto que decimos nos lo da el filósofo y matemático indiscutible, y de encomiables méritos como defensor de los derechos humanos Bertrand Russell, para quien a pesar de todo eso: “el hombre es el producto de unas causas que no sabían el fin de lo que estaban consiguiendo…sus esperanzas y sus miedos, sus amores y creencias no son sino el resultado de disposiciones accidentales de átomos; que ningún fuego, ningún heroísmo, ni ninguna intensidad de pensamiento ni de sentimiento, puede preservar una vida individual de la tumba; que todos los trabajos de todas las épocas, toda la devoción, toda la inspiración, toda la brillantez del genio humano está destinada a la extinción con la muerte del sistema solar, y que todo el templo de los logros del hombre perecerá inevitablemente bajo los escombros de un universo en ruinas. Todas estas cosas, si no sin discusión posible, son ya casi tan ciertas que ninguna filosofía que las rechace puede tener esperanza de permanecer. Sólo considerando estas verdades, sólo sobre la firme base de la desesperación inflexible puede hallarse un lugar para el alma”.

Después de leer esto, serán las palabras de un gran hombre de ciencia, Ervin Laszlo, fundador y presidente del Club de Budapest, fundador y director del General Evolution Research Group, mienbro de la International Academy of Philosphy of Science, senador de la  International Medicy Academy  y muchos otros méritos, tanto académicos como científicos, quienes pongan en entredicho el pensamiento de Russell dando, desde el lado científico, otra visión, no sombría, no encajonada, sino con sentido y, por lo tanto llena de esperanza. Dice Laszlo en su brillante réplica:

“…la cara del progreso no necesita ser tan fría, ni la cara de la caída tan trágica. Todas las cosas que Russel menciona no solamente no están más allá de cualquier discusión y no sólo no son ya casi ciertas, sino que puede que sean las quimeras de una visión del mundo ya obsoleta……La vanguardia de la nueva cosmología ha descubierto un mundo que no termina en ruinas y la nueva física, la nueva biología y la nueva investigación de la conciencia reconocen que en este mundo la vida y la mente son elementos integrales. Todos estos elementos se unen en el universo informado, un universo global, intensamente dotado de significado, piedra angular de un esquema conceptual unificado capaz de unir los diversos fenómenos del mundo: la teoría integral del todo” (ambas citas están sacadas del libro de Ervin Laszlo “La ciencia y el campo akásico”, edit. Nowtilus, pag. 8)

Ambas posiciones están suficientemente planteadas y por lo tanto las dejamos así. De todos modos, la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido y el significado de nuestro universo y, por lo tanto, de nosotros en él, no vendrá nunca de fuera, - o no sólo desde fuera-, sino, sobre todo, desde dentro de nosotros mismos, en donde afortunadamente, y no a merced de elucubraciones filosóficas o de otra índole, ese sentido se encuentra, es decir, en nuestra propia alma, la cual sí que resuena con el alma del universo y su significado, su esencia, origen y destino, por ser ella misma también parte inclusiva y no diferenciada de él.  


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