Cuando los movimientos de la mente, estimulados por
deseos, miedos y ansiedades
Con sus correspondientes emociones, se ralentizan y
paran, lo que aparece es paz
Y un estado de silencio que lo que propicia es la
aparición del estado natural del ser.
En ese estado las cualidades que le son inherentes y
esenciales se evidencian,
Entre ellas las del gozo y el amor, así como una
sensación de alegría sin objeto
Cuya fuente es nuestro propio ser. También nos
vivimos como luz, inteligencia
Y sabiduría, además de como energía, fuerza y poder,
(aspectos a los que nos
Dedicamos en otro apartado).
Ser amor es la cualidad por la cual el sentimiento
de unidad se realiza y experimenta
y la no dualidad se nos hace evidente. Ser
amor trasciende formas e intereses
Y se vive en la medida en que nosotros resonamos y
sentimos con el ser de los demás.
El amor no es una manifestación ni tiene su origen
en algo sentimental o emocional,
Por eso no tiene preferencias ni hace distinciones,
ni pone condiciones de ninguna clase.
El amor no es cosa del ego y nace del reconocimiento
de la presencia Yo Soy en mí,
En los otros y en todo lo demás.
El amor, la alegría y el gozo se experimentan como
una unidad, de la que la alegría
Es su vibración más inmediata, y el gozo su dimensión
más espiritual y divina.
Estas cualidades se expanden y transmiten a todo nuestro
alrededor,
Y cuando son vividas de verdad son el mejor indicio
de nuestro crecimiento espiritual,
Ya que la angustia, el pesimismo, la frustración o
la tristeza son incompatibles
Con la conciencia de ser y la conexión con nuestro
yo superior.
Somos amor en la medida en que experimentamos a Dios
en nosotros.
Vivir rodeados o bañados por esa Presencia es la garantía
del verdadero amor.
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