Para empezar, traemos el caso de Cleve
Backster, al que se le puede considerar pionero del polígrafo; él es quien
desarrolló el primer sistema normalizado de evaluación numérica de las gráficas
del polígrafo, sistema que aún se usa en la actualidad. Pues bien, aplicando
este mecanismo Backster se propuso medir a través de electrodos que conectaba a
las plantas su actividad eléctrica, y se encontró con que las plantas
reaccionaban a sus pensamientos. He aquí lo que dijo y lo que sucedió tal como nos lo cuenta, cuando habiendo advertido
que esto ocurría, -la gráfica registradora así
se lo mostraba-, decidió ver qué pasaría si amenazaba a la planta, que
tenía los electrodos puestos, con quemarla con una cerilla, que aún no había
encendido:
“¡En
el momento preciso en que me vino a la mente la imagen de quemar aquella hoja,
el trazador del polígrafo salto rápidamente a lo alto de la gráfica! No se
había dicho una palabra, ni se había tocado la planta, ni se había encendido
ninguna cerilla; solo había existido mi intención clara de quemar la hoja. El
registro de la planta manifestaba una excitación espectacular. Para mí, aquello
fue una observación poderosa, de alta calidad……Debo afirmar que el 2 de febrero
de 1966, a los trece minutos y 55 segundos de registro de aquella gráfica,
cambió toda mi consciencia. Pensé entonces: “Caray, es como si esta planta me
hubiera ledo la mente” (texto citado por David Wilcock en su libro “El Campo
fuente”, pag.43; edit. Arkano books).
El
segundo caso, es el de los experimentos realizados por el Dr. Masaru Emoto quien ha demostrado que el pensamiento, la música
y las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua, de modo que esta cambia
positivamente a mejor. Como ocurre, también, en el caso de los cristales de
hielo extraídos del agua que ha sido tratada en sus experimentos, y en los que
se puede observar superior belleza en sus formas, la cual contrasta claramente
con la de los cristales de agua “no tratada”.
Todo
sugiere, como se puede ver, a que un tipo de conciencia básico, más o menos
individual y más o menos desarrollado, dependiendo, al parecer, del grado de evolución del medio, está presente, pero no
sólo en los seres vivos animales sino también, como mostramos, en los minerales
y plantas. Y esto mismo, según hemos señalado más arriba, lo encontraríamos de
un modo o de otro en todas las formas del universo. A eso es a lo que nosotros
le hemos llamado aquí el alma-conciencia de las cosas, que por estar unida a
nuestra propia alma nos permite sintonizar con ella, experimentarla y sentirla,
dependiendo, eso sí, de nuestra mayor o menor sensibilidad.
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