martes, 24 de enero de 2017

EL ALMA DE LAS COSAS (II) (Dos experimentos)

Para empezar, traemos el caso de Cleve Backster, al que se le puede considerar pionero del polígrafo; él es quien desarrolló el primer sistema normalizado de evaluación numérica de las gráficas del polígrafo, sistema que aún se usa en la actualidad. Pues bien, aplicando este mecanismo Backster se propuso medir a través de electrodos que conectaba a las plantas su actividad eléctrica, y se encontró con que las plantas reaccionaban a sus pensamientos. He aquí lo que dijo y lo que sucedió tal como nos lo cuenta, cuando habiendo advertido que esto ocurría, -la gráfica registradora así  se lo mostraba-, decidió ver qué pasaría si amenazaba a la planta, que tenía los electrodos puestos, con quemarla con una cerilla, que aún no había encendido:

“¡En el momento preciso en que me vino a la mente la imagen de quemar aquella hoja, el trazador del polígrafo salto rápidamente a lo alto de la gráfica! No se había dicho una palabra, ni se había tocado la planta, ni se había encendido ninguna cerilla; solo había existido mi intención clara de quemar la hoja. El registro de la planta manifestaba una excitación espectacular. Para mí, aquello fue una observación poderosa, de alta calidad……Debo afirmar que el 2 de febrero de 1966, a los trece minutos y 55 segundos de registro de aquella gráfica, cambió toda mi consciencia. Pensé entonces: “Caray, es como si esta planta me hubiera ledo la mente” (texto citado por David Wilcock en su libro “El Campo fuente”, pag.43; edit. Arkano books).

El segundo caso, es el de los experimentos realizados por el Dr. Masaru Emoto quien ha demostrado que el pensamiento, la música y las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua, de modo que esta cambia positivamente a mejor. Como ocurre, también, en el caso de los cristales de hielo extraídos del agua que ha sido tratada en sus experimentos, y en los que se puede observar superior belleza en sus formas, la cual contrasta claramente con la de los cristales de agua “no tratada”.


Todo sugiere, como se puede ver, a que un tipo de conciencia básico, más o menos individual y más o menos desarrollado, dependiendo, al parecer, del grado de  evolución del medio, está presente, pero no sólo en los seres vivos animales sino también, como mostramos, en los minerales y plantas. Y esto mismo, según hemos señalado más arriba, lo encontraríamos de un modo o de otro en todas las formas del universo. A eso es a lo que nosotros le hemos llamado aquí el alma-conciencia de las cosas, que por estar unida a nuestra propia alma nos permite sintonizar con ella, experimentarla y sentirla, dependiendo, eso sí, de nuestra mayor o menor sensibilidad.

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