Esta es la clave del verdadero vivir, no desde el
miedo sino desde el amor.
Porque aquel que se tiene en conciencia a sí mismo lo
posee todo y no se pierde jamás.
Tenerse a uno mismo significa estar en contacto con
la propia fuente de la felicidad
Que es lo que todos buscamos. Entonces comprobamos
que esa fuente está en nosotros,
No fuera, y más aún, que la fuente es lo que somos, nuestro
verdadero ser.
Esta autoevidencia nos hace sentir por primera vez lo
que significa ser inmortales,
Que el miedo a la muerte no tiene ningún sentido y que
siempre estaremos en casa,
Sin importar donde vayamos, ni donde estemos, ni lo
que nos ocurra o experimentemos.
Porque cuando te tienes a ti, lo tienes y lo eres
todo, ¿qué más puede uno pedir
Si en el fondo, detrás de todas nuestras demandas
era sólo eso lo deseado?
Buscábamos amor, felicidad y gozo porque no los sentíamos
en nuestros corazones,
Queríamos seguridad y protección porque creíamos ser
poca cosa y estar indefensos,
Anhelábamos conocimiento porque no sabíamos del Océano-fuente
de nuestro saber,
Y hasta preguntábamos, ignorantes, por un Dios
separado de nosotros y de nuestro ser.
En base a todas esas creencias erróneas construíamos
y afrontábamos nuestra vida.
Todo, pues, consistía en conquistar y poseer cosas
externas a nosotros. En tenerlas.
De ese modo, la amenaza de perderlo todo y quedarnos
sin nada, incluso sin la vida,
Hacía que nuestra existencia se basara en la defensa,
la desconfianza o el ataque,
Lo que nos llevaba a ver enemigos, potenciales o
reales por todas partes,
Y egos capaces de agrandar nuestro sentimiento de
carencia, limitación o pobreza.
Hasta que, abiertos los ojos del alma hemos visto lo
que somos: luz, energía y amor,
Vida y conciencia sin límites. Entonces hemos entendido
que no podemos perder
Nada de cuanto somos, y que no es posible dejar de
ser. Y a renglón seguido,
Un sentimiento nuevo de seguridad y paz ha expandido
el brillo de nuestra existencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario