Todos sin excepción, lo sepamos o no, tenemos un
maestro o guía interior
Cuya voz sólo se oye en nuestro corazón. No es,
pues, una voz externa a nosotros,
Sino que es la voz de nuestra alma cuando está en
contacto con nuestro yo superior.
El Yo superior o verdadero Yo Soy es el que nos
conduce hacia la iluminación,
Que es el reconocimiento de nuestra unidad sin
fisuras con el Ser Uno o Dios.
Nada tiene que ver la voz que viene del ego con la
del guía interior,
La primera se escucha a través de la mente y está
sujeta a la duda y al error,
La segunda, en cambio, tiene que ver con el amor y
se oye en nuestro corazón.
Nuestro maestro interior no nos abandona nunca,
somos nosotros quienes
Al identificarnos con el ego no lo oímos ni sintonizamos
con él, y nos creemos solos.
Aprender a vibrar con él nos permite tener acceso a
la fuente de la sabiduría universal
Y a no perdernos en los enredos, mentiras, engaños y
tejemanejes del ego.
Mientras que el ego con su información, mensajes y
orientaciones crea separatividad,
Alimenta los falsos dioses, nos hace sentirnos
diferentes de los demás y no nos eleva,
El maestro interior acrecienta nuestro sentimiento
de unidad con el alma y el ser
De los otros, acentúa el significado de la interrelación
entre todos, nos hace más libres
Y menos dependientes de los demás, e impulsa al reconocimiento
del mismo guía
En todos, verdadera fuente de crecimiento y de
evolución espiritual.
Aquel que no es capaz de reconocer su maestro o guía
interior aún está en el parvulario
Del desarrollo espiritual. El maestro espiritual nos
habla según nuestras necesidades,
Pero su voz no potencia nunca nuestro ego ni el
orgullo o materialismo espiritual.
Este guía espiritual apoya y alienta el propósito
fundamental por el que nacimos,
Y muestra el camino para que el plan divino se
realice en y a través de cada cual.
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