Es la de estar capacitados para experimentar, comprender
y sentir más allá de nosotros
Sólo aquello que en nuestro interior podemos
comprender, experimentar y sentir,
Lo que se relaciona directamente con el nivel de desarrollo de nuestra
conciencia.
O sea: proyectamos y vivimos fuera aquello que consciente o
inconscientemente ya somos.
Por eso, la objetividad en lo que a esto se refiere no
existe. Sólo hay subjetividad.
En ese sentido, lo que cada uno aprecia en Jesús de
Nazaret, llamado también Cristo,
Es el reflejo de la propia conciencia, de nuestra evolución
conciencial.
Por otra parte, no es lo mismo la idea que tengamos
de él que nuestro sentir sobre él.
Las ideas hablan de nuestra mente ligada a lo externo,
pero el sentir sale del alma,
Y el alma está en contacto con la realidad
espiritual de aquello sobre lo que se habla.
Nuestro ser espiritual está unido aunque no nos
demos cuenta con el ser de Jesús,
Por eso es posible que desde nuestra dimensión
interior hablemos y sepamos sobre él.
Cuanto mayor sea el contacto y vivencia con nuestros niveles superiores
Mayor será el alcance conciencial al que lleguemos
de la figura y el ser de Jesús.
Si la percepción que tenemos de nosotros es sólo
como humanos, esto captaremos en él,
Los ideales humanos pueden estar muy lejos de la realidad
Jesús, y distorsionarla.
En cambio, el corazón refleja el sentir del alma ligado a la
realidad espiritual de Jesús.
La intuición profunda, el amor y la visión interior
son el camino para saber sobre Jesús.
Las construcciones mentales sobre Jesús sólo
muestran nuestros intereses mentales,
Las ideas que tenemos sobre nosotros, la realidad y
el mundo. Pero todo eso es relativo,
Intercambiable, y poco o nada tiene que ver con la
realidad de Jesús el Cristo.
A Jesús sólo se le puede comprender en la medida en
que su ser y el nuestro sintonizan.
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