Pero, ¿de qué estamos hablando? Algún día, los seres
humanos caeremos en la cuenta
De lo perdidos y despistados que hemos estado. ¿El
origen de la vida?
¡Pero si no hay más que vida, todo es vida! La
materia muerta sólo existe en los libros.
Sólo la vida es real, sólo la vida existe. Que
nuestra mirada no lo detecte no lo invalida,
Sólo indica que nuestros ojos o que nuestra visión
ligada a los sentidos es muy limitada.
Decir que vivo es sólo aquello que nace, crece, se
desarrolla y finalmente muere
Es un convencionalismo, que se desmonta al conocer
por dentro la materia “inerte”,
La cual es un hervidero de vida, más evidente cuanto
más se ahonda y penetra en ella.
Muchos científicos que hoy lo comprenden así, confirman
lo que grandes sabios
Y místicos de otros tiempos ya pudieron ver y
detectar. Sí “ver”, con claridad absoluta.
Y sabemos muy bien de qué hablamos. Esto no son
meras palabras.
El Origen de la vida es, por lo tanto, la Vida
misma, anterior a la cual nada existe,
Ni tampoco al margen de ella. ¿Entonces nada muere? Evidentemente.
La llamada muerte, no es más que un cambio de forma
o de configuración energética.
Lo diremos con otros términos: La Vida no muere, la
vida no deja de ser nunca vida,
Del mismo modo, que tampoco de algo que no sea la
misma vida puede surgir la vida,
Porque ese algo en buena y fina lógica tendría que
ser una no vida, ¿alguien lo duda?.
La Vida evidentemente es Origen, base, raíz y
fundamento de todo.
Eso sí, se trata de una Vida muy especial, pues esa
Vida es el Todo Uno, Dios, Espíritu,
Lo sin nombre. El problema, es que su Realidad de
tan omniabarcante y Presente que es
No se percibe fuera ni como algo separado. Realmente
es el percibidor, lo percibido
Y la percepción misma. Ciertamente, no podemos
salirnos de ella ni para saborearla
De tan dentro de ella que estamos, de tan ella que
somos. Es muy curioso, muy curioso.
Para comprender lo que la Vida es, tenemos que
descubrirnos en ella, así de simple.
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