jueves, 12 de enero de 2017

LA LUZ Y LA SOMBRA

La ignorancia, el error, el miedo, la duda, los celos, la ira, y todo tipo de pasiones,
Los complejos, las distorsiones de la realidad, el odio, la negación del otro,
Y todas las formas de pensamiento, acciones, reacciones o inhibiciones
Que están en el origen de nuestro sufrimiento y que representan la zona oscura del ego,
Constituyen nuestra sombra. Eso, que tanto nos tortura a veces y que nos inutiliza,
O que hace de nosotros esclavos, víctimas o verdugos, falsos santos o dioses enfangados
Es la mochila que todos traemos para descargar, liberar, sanar y transformar,
Pero es también y sobre todo el punto de apoyo que necesitamos para crecer y despertar.

Sin la sombra y la conciencia de la misma jamás reconoceríamos la luz,
Y ni tan siquiera la buscaríamos. La sombra es, pues, nuestra mejor aliada y amiga.
No es algo que sobre, ni es una apestada, es la parte que tenemos que vivir y acoger
Si de verdad queremos descubrir y amar nuestra esencia verdadera: la luz del ser.
La sombra es luz pero pequeña, que tuvo su sentido en los tiempos de mayor oscuridad,
En los que las formas más primitivas del ser poblaban la existencia
Y no veíamos más que rivales, competidores y enemigos, egos a los que matar o vencer.

Pero ahora ya hemos conocido la luz brillando en nuestra mente y en nuestro corazón,
Y aunque no se hayan ido de nuestro subconsciente y aún tengamos arraigados
En nuestros hábitos, actitudes y acciones, resortes del hombre viejo que fuimos
Que nos asaltan incontroladamente con sus prehistóricos “tics”,
Tenemos la conciencia suficiente para volver una y otra vez a la luz que ya somos.
Con este saber, acogemos e incluso podemos llegar a amar a nuestra sombra
Como residuo de un pasado que fuimos, pero sin identificarnos con ella. Y, utilizándola,

La tomamos como resorte para abrirnos de par en par a nuestro ser divino y luminoso.

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