domingo, 15 de enero de 2017

LA CONCIENCIA Y EL ALMA TRAS LA MUERTE

La conciencia estará, como siempre, acompañándonos porque es nuestra esencia
Y nuestra identidad más profunda. El alma seguirá su camino sin interrupción.
Ambas unidas, pues alma sin conciencia no es nada. Unidad indisoluble pues.
Vida una y la misma siempre. Ahora de una forma, después de otra.  
Una vez que dejamos el cuerpo nos incorporamos a un plano nuevo de realidad,
En una existencia nueva. El proceso es tan natural como lo fue el del nacimiento.
Y nadie se encuentra sólo en ese paso: de un modo natural nos acogen y acompañan,
Más aún, todo es vivido con familiaridad, proximidad y reconocimiento de unos a otros,
Sin extrañeza pues, ni con el sentimiento de no estar en el lugar adecuado.

Y, lo más importante: nuestra conciencia, la de siempre, nuestro Yo Soy, tan presente.
Esto es lo más grande de todo ese nuevo camino donde el caminante no varía para nada.
Uno siempre el mismo, uno siempre siendo él, aunque con y ante personajes nuevos,
Y en circunstancias distintas. O sea: nada realmente nuevo bajo el sol de la conciencia.
¡Maravilloso! La conciencia y el alma, después, como aquí. Este es el mejor resumen.
Si dormidos e hipnotizados aquí por lo que no somos, así continuaremos allí.
Pero si despiertos a nuestro ser y conciencia aquí, pues así seguiremos allí. Genial, ¿no?
Es la vida, sólo hay una, pero eterna como se puede intuir y de algún modo ya ver.

No esperes nada que no exista ya en tu corazón y tu alma aquí. Eso va y viene siempre.
Si uno es capaz de ver ahora en su interior puede ya saber cómo será su vida de después.
Son tus propios frenos del alma los que limitarán tu vida en el más allá. Tú, tu dueño.
Pero tus alas, también del alma, que ahora sin verlas ya tienes, son las que te harán volar  
Allí donde seas capaz de soñar y a donde de verdad quieras ir. La vida siempre fue así.

Viviremos el mundo que elijamos vivir, del mismo modo que nos sucede aquí. Sencillo.

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