Si
es verdad como uno intuye y cree que nuestra vida no es el producto de movimientos
ciegos ni de casualidades indefinidas, ni nuestra realidad individual es un
barquichuelo a la deriva que se mueve sin ton ni son, y si, además, como todo
nos indica y podemos constatar, somos
realmente almas constituidas por un núcleo esencial de conciencia, con
inteligencia, voluntad y amor tras la búsqueda de la plenitud y realización de
un potencial interior que constantemente nos atrae hacia sí, ¿podríamos en tal
caso creer que esta vida actual con toda su inmensa riqueza de personajes,
acontecimientos, posibilidades, dificultades y retos nos ha sobrevenido como un
alud o a ella hemos ido de forma fortuita, absurda o ciega? ¿Es esto realmente
posible y lógico a la vista de lo que sentimos e intuimos que somos? Todo nos
lleva a pensar y ver que no, en absoluto.
Vivir
es tender constantemente hacia un estado de felicidad y bienestar estable y permanente, empeño en el que no cejamos
nunca y en el que volcamos todas nuestras fuerzas y capacidades, que nos llevan
a buscar en infinidad de sitios, experiencias y situaciones. Siendo esto así,
si como almas nacemos a este mundo, ¿nos parecería natural que semejante venida
estuviera separada de esa búsqueda y desprovista de una finalidad y propósito?,
más bien no. Y en tal caso, ¿se plantearía semejante propósito independientemente de las personas con las que
más estrechamente íbamos a convivir, las más significativas para nosotros, las
circunstancias más destacables, los lugares más relevantes, etc.?, pues
tampoco. En cuyo caso: los padres que tenemos, la familia en la que crecemos,
la situación económica, características de nuestro cuerpo, país, experiencias
destacables, pareja, trabajo, hijos, etc., formarían parte de elecciones y
decisiones previas a nuestro nacimiento, que por razones sólo conocidas por
nosotros o con el concurso de alguna clase de instructores o guías habríamos
tomado.
Pero
no sólo eso, sino que también el desarrollo de nuestra vida, su coherencia
interna, la dirección de la misma, la clase de problemas a afrontar , los
aprendizajes a realizar, lo que vamos sabiendo de nosotros y nuestro papel, el
descubrimiento de un cierto guión interno, así como también la constatación de
que sus impulsos y orientaciones de crecimiento y realización tienden a
prolongarse más allá del limitado tiempo que una sola vida permite vivir,
avalarían cuanto estamos diciendo, y reforzaría además el convencimiento de que
vivir como almas es experimentar y realizar a lo largo de un continuum interminable
de existencias infinidad de posibilidades que se irían materializando a través
de planes, objetivos y propósitos.
Los
testimonios de quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte y han
regresado para realizar ciertas tareas pendientes, así como los de quienes han
podido retrotraerse a la vida antes de la vida y al modo como orientaron su
nueva reencarnación, así como nuestro sentir más profundo consolidan todo lo
que estamos diciendo. Así que como muestra significativa de todo ello recogemos
a continuación algunos testimonios y afirmaciones de investigadores del trabajo
de cada alma y de sabios que nos aportan más luz sobre lo que realmente
representa cada nacimiento.
En
este sentido, Suzanne Powele,
sanadora y maestra espiritual nos recuerda que: “antes de venir a encarnar en el
planeta cada uno ya ha diseñado su plan de vida. Existen acuerdos previos a la
encarnación en los que nos hemos repartido los roles, en los que hemos acordado
ayudarnos en caso de que nos despistemos en el camino. Estamos jugando ahora a
descubrir quién es quién, pero no podremos saber quiénes son los demás hasta
que descubramos quienes somos nosotros. Cuando ya sabes quién eres tú, se
retira el velo y es más fácil averiguar quiénes somos”.
Y
por su parte, el investigador Robert
Schwartz estudioso de la relación entre la vida de las personas y su
propósito al nacer afirma: “si…sabes ( que es como decir, sientes) que
eres un alma eterna, entonces la consecuencia será una vida totalmente
diferente. Si, además, sabes que planeaste tu discapacidad, que de hecho tiene
un profundo significado, entonces tu vida se convertirá en una búsqueda para
descubrir ese significado. El sufrimiento se dulcificará, y el vacío será
reemplazado por un propósito…todo tiene un significado superior” (“El
plan de tu alma”, edit. Sirio, 322)
Pero
resalta, por el valor que le otorga el haber dedicado toda una vida a estudiar
e investigar la memoria clínica del alma de la vida entre vidas a partir de
miles de regresiones, así como la cosmología de la existencia después de la
muerte, la información recogida por el eminente psiquiatra Dr. Michael Newton, quien escribe: “No hemos recibido nuestros
cuerpos por capricho de la naturaleza; fue seleccionado por nosotros mismos con
la ayuda de consejeros espirituales, después de haber observado otros cuerpos
ofrecidos como alternativa y aceptado el que tenemos actualmente. Además, no
somos víctimas de las circunstancias, estamos comprometidos… para participar
activamente en la vida y no como simples espectadores. No debemos perder la
idea de que hemos aceptado un sagrado contrato de vida, lo que significa que
los roles que jugamos en la Tierra son en realidad más grandes que nosotros
mismos” (“El destino de las almas”, Arcano books, pag.360).
Y
abundando más en lo dicho, es muy oportuna la información que nos da el Dr. José Luis Cabouli, que dedicado
actualmente y por entero a la investigación de vidas pasadas y al plan de
nuestras almas al nacer, nos dice sobre la regresiones que realiza que “al entrar a los pacientes en el espacio
entre vidas inmediatamente antes de encarnar, se hizo evidente en forma natural
y espontánea que cada uno de nosotros trae un propósito definido para estar
encarnado en un cuerpo físico en la Tierra…es lo que nos lleva a vivir
determinadas experiencias en la vida” (“El propósito del alma”, ediciones
continente, pag. 9).
Todo,
por lo tanto, previsto, al menos en sus líneas fundamentales. Tenemos una vida
nada azarosa ni improvisada, en un mundo, un lugar y con unas personas que nos
ofrecen todos los elementos necesarios para que esta se desarrolle, no de forma
arbitraria ni caótica sino siguiendo un orden y como se ve para que un
determinado plan “oculto” se manifieste y se cumpla. En cuyo caso, podríamos decir
utilizando el lenguaje del gran físico y Nobel David Bohm que existe una especie de orden implicado que es el que lo está sustentando todo de forma más
que inteligente y dándole su verdadero sentido; hasta tal punto, que allí donde
podríamos ver superficialmente desastre, anomía, confusión, locura o caos lo
que de verdad encontramos una vez que aprendemos a discernir y ver en profundidad
es una finalidad, una especie de diseño y un plan perfecto llevándose a cabo,
no sólo para cada vida en particular sino también para el conjunto del que
todos participamos de forma interdependiente y entrelazada. Nada sobra, nadie
está de más o de menos porque sin la aportación y la existencia del otro yo
sencillamente no existiría y, por supuesto, el infinito guión de la existencia
no se podría desarrollar.
Esto
lo han podido intuir muchos grandes hombres, y lo podemos observar nosotros
también cuando repasamos con detenimiento y cierta perspectiva nuestras propias
vidas. Dice a este respecto el importante mitólogo Joseph Campbell que: “Shopenhauer…señala que cuando uno llega a
una edad avanzada y evoca su vida, esta parece haber tenido un orden y un plan,
como si la hubiera compuesto un novelista. Acontecimientos que en su momento
parecían accidentales e irrelevantes se manifiestan como factores
indispensables en la composición de una trama coherente…
…¿Quién
compuso esa trama?....nuestra vida entera está compuesta por la voluntad que
hay dentro de nosotros. Y así como personas a quienes conocimos por casualidad
se convirtieron en agentes decisivos en la estructuración de nuestra vida,
también nosotros hemos servido inadvertidamente como agentes, dando sentido a
vidas ajenas. La totalidad de estos elementos se unen como una gran sinfonía, y
todo se estructura inconscientemente con todo lo demás…
Todo
guarda una relación mutua con todo.., así que no podemos culpar a nadie por
nada. Es como si hubiera una intención única detrás de todo ello, que siempre
cobra un cierto sentido…”
Tenemos
información, pues, más que suficiente, para afirmar convencidos que todos nacimos
con un plan, un propósito y un sentido en y para nuestra alma, y que nuestra
existencia es el lugar en donde todo esto se despliega y se pone en escena. Por
eso, aunque muchos dicen de la Tierra que es una Escuela, no es menos cierto
también afirmar que es un inmenso escenario, y sobre todo un lugar de
realización de cuanto nuestro ser es y representa. En realidad, es todo eso
junto y como siempre, mucho más, ya que todo es la obra del Espíritu en su
juego eterno, juego que el Maestro de Judo Robert
J. Godet califica como el Judo del Espíritu, en el que:
“El tatami es el Mundo./ El kimono
es la mente./ El cinturón es la voluntad./ El vientre es la fe./ El agarre el desapego./
La atención es la conciencia./ El adversario es uno mismo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario