Nadie
que quiera comprender lo que es el Universo lo podrá hacer si antes no ha sido capaz
de llegar a conocerse a sí mismo. Porque el universo y nosotros no somos dos
elementos ni siquiera dos niveles diferentes. En realidad, no existe tal cosa
como el universo por una parte y nosotros por otra. De hecho, cuanto más nos
olvidemos de nosotros para entender aquel, más y más lejos nos iremos colocando
respecto de la solución. Este el gran problema al que constantemente se
enfrentan quienes buscan en las partes, -que sólo existen en la mente del
investigador-, respuestas a lo que es una realidad global, cual es el enigma
del universo.
En
este sentido, un científico de la talla de John
Wheeler, reconocido como uno de los más notables físicos teóricos de los últimos
años advierte y afirma que: “ninguna teoría de la física que se ocupe
sólo de física explicará nunca la física. Yo creo que al mismo tiempo que
intentamos entender el universo, estamos intentando entender al ser humano.
Actualmente me parece que estamos empezando a sospechar que el ser humano no es
una insignificante pieza sin apenas importancia en el funcionamiento de la gran
máquina, sino más bien que hay un vínculo mucho más íntimo entre el ser humano
y el universo de lo que habíamos sospechado hasta ahora.
Sólo
cuando reconozcamos ese vínculo podremos hacer progresos en algunos de los
asuntos más difíciles a los que nos enfrentamos. Nadie que piense sobre ello
desde este punto de vista puede evitar preguntarse si las partículas y sus
propiedades no se hallan de algún modo, relacionadas para hacer que el ser
humano sea posible.
El
ser humano es el comienzo del análisis; el ser humano es el término del
análisis –pues el mundo físico se halla ligado, en algún sentido profundo, al
ser humano” (
De un
artículo publicado en “The Intellectual
Digest” de Junio de 1973, y recogido por Anthony Peake en su libro “¿Somos Inmortales?”, editado por Kairós
(pag.67))
Y
no otra cosa distinta, es hacia la que apunta el físico James Trefil quien acuñó
el término “Principio Antrópico”, según
el cual, desde el mismo momento del Big-bang, algunos parámetros físicos
parecen ajustados y ajustarse para permitir el desarrollo y la aparición de
formas humanas, de tal forma que, según él: “a medida que mejora nuestro
conocimiento acerca del cosmos se hace más patente que si el universo se
hubiera estructurado de una forma ligeramente distinta, no estaríamos aquí para
verlo. Es como si estuviera hecho para nosotros, un jardín del Edén con un
diseño insuperable”.
En definitiva, lo que se está
diciendo es que todo está vinculado y unido, entrelazado podríamos decir, y que
vernos separados del todo no tiene ningún sentido. El nexo de unión no es otro
que la Conciencia o Espíritu.
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