No se trata de algo que exige que nos tengamos que
esforzar para conseguirlo,
Tampoco es una forma simbólica o metafórica que
tomamos para hablar sobre nosotros.
La luz es la expresión más sublime de la manifestación
del ser, su materia esencial,
Aquello de lo que está formado y con lo que a la vez
crea. Por eso somos luz,
Luz que nos envuelve constantemente, luz que brilla hasta
en la oscuridad más profunda
Y luz que nos hace sentir el gozo y la alegría de
ser cuando el pequeño yo desaparece.
De luz están hechos nuestros pensamientos y nuestro
cuerpo también,
Todo son formas y figuras de luz, eso es el trazo
que dibuja cualquier existencia.
El brillo que muestra toda la realidad cuando se ve
con los ojos del espíritu
Es de pura luz viva y radiante expresando la
plenitud que todo lo contiene y abarca.
Luminosa vida, luz incolora que manifiesta el ser
divino en el corazón de los átomos,
Igual como en el despertar de cada conciencia a la
esencia de lo que es,
Y cuando el velo de lo denso se cae permitiéndonos experimentar
la vida desnuda.
Todo es luz equivale a decir todo es vida, pues como
una sola cosa se viven,
Y en la luz el ser, y en el ser lo divino, y en lo
divino lo que yo soy, lo que todo es.
Ser luz e identificarse con ella mientras podemos
contemplar la recurrente danza
De los pensamientos, de las formas, de los
personajes, de los mundos y universos.
Ser luz autoconsciente y despierta danzando también
su propia danza,
Sin dejar de ver el Fuego Tremendo Dorado y más
luminoso todavía del que procede.
Entrar en la luz del ser, transformándonos en ella y
despertando a la conciencia de ser,
De ser luz divina iluminando y dejándose iluminar
por todo. Ese es nuestro espacio,
Más allá de los personajes, más allá de las formas,
más allá de los egos.
Ver, pues, desde la luz, sentir desde ella, vivir y
expresar la luz, ser lo que somos: luz.
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